Opinión

1ro. de mayo 1886: Los mártires de Chicago

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En todas partes del mundo se celebra el primero de mayo, como Dia Internacional del Trabajo

 

Por: José Gómez Cerda

La situación de los trabajadores en Estados Unidos en la octava década del siglo XIX era muy difícil, como en otras partes del mundo. Sin embargo, emigrantes de diversos países europeos iban a Estados Unidos en busca de una mejor situación económica.

José Martí, cubano, que residió mucho tiempo en Estados Unidos, escribió en 1882:

“Estamos en plena lucha de Capitalismo y Obreros. Para los primeros son el crédito en los bancos, las esperas de los acreedores, los plazos de los vendedores, las cuentas de fin de año.  Para los obreros es la cuenta diaria, la necesidad urgente e inaplazable, la mujer y el hijo que comen por la tarde lo que el pobre ganó para ellos por la mañana;  y el capitalista holgado constriñe al pobre obrero a trabajar a precio de miseria”

Todos hoy, italianos, alemanes y judíos rusos abrazados fraternalmente por las calles y acudiendo a reuniones entusiastas en que se hablan a la par todas las lenguas, demandan a las compañías de ferrocarril, que hace poco aumentaron sin pretexto los precios de la carga, un nuevo sueldo y nuevas garantías.”

  Por otro lado, de los grupos de trabajadores, colaboradores y personas dedicadas a la protección de la clase trabajadora surgió la idea de que el día debía  tener una distribución proporcional. Las 24 horas debían ser divididas en tres parte: 8 horas para trabajar, 8 horas para estudios y asuntos familiares y 8  horas para dormir.  Pero la situación en esa época era distinta:

Por ejemplo; en Minnesota había una ley que imponía una multa de 25 a 100 dólares “ a cualquier funcionario o empleado de ferrocarril que obligase a un maquinista o fogonero a trabajar más de DIECIOCHO  (18) HORAS DIARIAS, salvo en caso de urgente necesidad.”…

Los horarios de 12, 14 y 16 horas diarias eran normales: muchos trabajadores debían integrarse a sus labores a las 5 de la mañana y retornaban a las 8 ó 9 de la noche; así, muchos trabajadores no veían a su mujer e hijos a la luz del día.

En aquella época había dos grandes organizaciones de trabajadores en Estados Unidos. La Noble Orden de los Caballeros ( The Noble Orden of the Knights of Labor), la mayoría; y la Federación de Gremios y Uniones Organizados ( Federation of Organized Traders and Labor Union),  fue precisamente en el IV Congreso de esta última organización que GABRIEL EDMONSTON presentó una moción sobre el horario de los trabajadores, la cual decía:

“Que la duración de la jornada de trabajo sea ocho horas diarias a partir del 1ro. de mayo de 1886.”

El IV Congreso  de la Federación de Gremios y Uniones Organizados, que se efectuó en 1884, aprobó esa moción, que vino a ser parte de su plan de lucha, también para otras organizaciones no afiliadas.

Protagonistas de los acontecimientos:

Ese 1ro. de mayo de 1886 fue tan agitado como se había pronosticado. Como resultado de la huelga los patronos aplicaron el lockout  ( despido). Más de 40.000  trabajadores se  pusieron en pie de lucha. Así surgió como líder un alemán, anarquista, director del periódico Arbeiter Zaeitun  ( Periódico de los Trabajadores), llamado Auguste Spies.

 Spies se convirtió en el orador principal en un acto donde se estaba organizando una comisión de huelga.  Parece que la policía, “los Pinkertons” y los esquiroles estaban esperando cualquier actitud de los huelguistas para provocar una masacre…y así fue.

 Ese día hubo seis muertos y más de 50 heridos, todos trabajadores.

 Esa misma noche Spies fue a la imprenta e imprimió un volante que ecía:  “Venganza, los trabajadores a las armas”.  “Los amos  han soltado a los sabuesos: la policía.

Mataron   a esos pobres, porque ellos, al igual que ustedes, tuvieron el valor de desobedecer la voluntad suprema de sus patronos. Los mataron porque osaron pedir que se acortaran las horas de trabajo.

 Si ustedes son hombres, si son hijos de los grandes que los engendraron y que derramaron su sangre para liberarlos, se levantarán con toda la fuerza de Hércules y destruirán el odioso monstruo que trata de destruirlos.

A las armas. ¡A las armas! 

El día 4 de mayo, en la mañana, la policía disolvió una manifestación donde estaban presentes más de 3.500 trabajadores. Esa mañana apreció otro volante de Spies que decía: “La guerra de clases ha comenzado. ¡Su sangre pide venganza!

Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que nuestros amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad la que nos hace gritar:

A las armas. A las armas!”

Ese día se organizó una manifestación en repudio a los trabajadores asesinados, acto que se programó para las 7:30 de la noche en el Haymarket Square (Mercado de Heno).  El principal orador, Albert R. Pearson, había comunicado a los organizadores que si se repartía el volante de Spies él no hablaría.

Los anarquistas, que eran los que habían organizado la manifestación, habían solicitado previamente un permiso a las autoridades y les fue concedido; no solamente eso, sino que el propio Alcalde de Chicago asistió al acto, para comprobar que se hiciera en forma pacífica.

Los principales oradores fueron: Spies (alemán), Pearson ( americano) y Samuel Fielden ( inglés); poco después de iniciada la manifestación comenzó a llover, la gran mayoría de los participantes y algunos oradores se retiraron.

La policía, encabezada por el inspector John Bonifield, quiso disolver la manifestación, pero varios de los organizadores dijeron que tenían permiso y que todavía el acto no había concluido.

Pero de pronto una bomba lanzada contra la policía vino a interrumpir lo que hasta ese momento había sido sólo palabras. 

Varios muertos y heridos de la policía. Esto provocó una represión contra los manifestantes, en pocos minutos había muchos trabajadores muertos y más de 200 heridos.

Cientos de obreros, dirigentes sindicales y personas del pueblo fueron detenidos y torturados. Se ordenó el arresto de los dirigentes de la manifestación, que eran los alemanes: Auguste Spies, George Engel, Adolph Fisher, Louis Lingg y Michael Schawab: los norteamericanos Albert Pearson y Oscar Neebe, y el inglés Samuel Fielden.

Arrestos y juicio:

En pocos días los dirigentes fueron arrestados, a excepción de Pearson que se entregó voluntariamente el día que se inició el juicio, el 21 de junio de 1886.  Se constituyó un Gran Jurado integrado por Joseph E. Gary, Juez Actuante, Julius Grinner, Fiscal del Estado, encargado de la acusación, Willian P. Black, Williamn Foster, Moses Salomon y Sigmund Zeller, representantes de los acusados.

El Jurado, integrado por doce personas, fue electo en su mayoría por el propio Juez Gary, en su mayoría eran personas contrarias a los intereses de los trabajadores.

El 11 de agosto, el Fiscal Julius S. Grinner  concluyó ante el jurado, pidiendo que se declararan culpables a los acusados, que fueran condenados a la horca para “salvar a nuestras instituciones y a nuestra sociedad”.   El 28 de agosto el Jurado dictó su veredicto, condenando a muerte a los acusados Spies, Schwab, Pearson, Fielden, Lingg, Fisher y Engel, los cuales debían ser colgados, a Oscar Neebe a la pena de 15 años de prisión.

La defensa de los sindicalistas apeló el 8 de septiembre, pero le fue denegada, aunque se permitió que hablaran los acusados en vez de los abogados.

 El 9 de octubre el Juez dictó la sentencia: “Siete a la horca y el otro a 15 años de prisión.”  Los abogados de los acusados apelaron ante la Suprema Corte del Estado de Illinois, pero en septiembre de 1887 se confirmó la decisión del Juez.

El movimiento de los trabajadores de todo el mundo se solidarizó con los trabajadores de Chicago, en especial con los condenados a muerte.

Las penas de muerte para Fielden y Schawab fueron cambiadas por la cadena perpetua. El día antes de la ejecución Ligg apareció muerto, según una versión de la policía “se dio muerte en su celda, encendiendo  un cigarrillo  con la mecha de un cartucho de dinamita”, cosa que nadie creyó  pues la vigilancia a la cual estaban sometidos los prisioneros era muy estricta como para tener dinamita.  En el fondo lo que querían las autoridades era probar que ellos traficaban libremente con dinamita.

El 14 de noviembre de 1887 fue el día de la ejecución de Spies, Fisher, Engel y Pearson, frente a la prensa y un grupo de “invitados especiales”.  Antes de ser ejecutados ellos hablaron, repitiendo sus testimonios como líderes de los trabajadores.

Fisher dijo:“En todas las épocas, cuando la situación del pueblo ha llegado a un punto tal  que una parte se queja de las injusticias existentes, la clase poseedora responde  que las críticas son infundadas y atribuye el descontento a la influencia de las tareas de ambiciosos agitadores.”   George Engel expresó: “Es la primera vez que comparezco ante un tribunal norteamericano, en el que se me acusa de asesino.

¿Por qué razón estoy aquí?  ¿Por qué razón se me acusa de asesino? Por la misma razón que me hizo abandonar Alemania: por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora.

Aquí también, en ésta “República Libre”, en el país más rico de la tierra , hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable.  Aquí he visto a seres humanos buscando algo con que alimentarse en los montones de basura de las calles”.

“En que consiste mi crimen?  En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones, otros caen en la degradación y la miseria.  Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de la ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos…

Los acontecimientos que ocurrieron el Chicago, y la muerte de los dirigentes de los trabajadores, dio origen a que, en todas partes del mundo, los trabajadores organizados recordaran a “LOS MARTIRES DE CHICAGO”, y que el 1ro. de Mayo, fuera considerado como el día internacional de los trabajadores.

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