
Por: Amarilys Estévez
El auge de las redes sociales y el uso de la internet, ha traído consigo la fácil difusión de temas relevantes y la proliferación de post y publicaciones para celebrar o conmemorar fechas importantes. Eso es aplaudible, sin embargo, la acción debe ser más concreta.
Durante el mes de marzo, por citar algunos casos, se han conmemorado o celebrado fechas importantes. Por ejemplo, el 21 fue Día Mundial del Síndrome de Down y de la Poesía, y Día Internacional de los Bosques. El22 fue el Día Mundial del Agua.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la celebración de los Días Internacionales tiene como fin sensibilizar al público acerca de temas relacionados con cuestiones de interés, tales como los derechos humanos, el desarrollo sostenible o la salud. Al mismo tiempo pretenden llamar la atención de los medios de comunicación para que señalen a la opinión pública que existen un problema sin resolver. El objetivo deberá ser doble: por un lado, que los gobiernos tomen medidas, y por otro que los ciudadanos conozcan mejor la problemática y exijan a sus representantes que actúen.
Dado a conocer el tema de interés, es necesario saber si los objetivos se están cumpliendo. Para esto nos detenemos en el tema agua, por ser una problemática que afecta a la colectividad. Está demostrado que sin éste líquido no es posible la vida. Por lo tanto, el pasado día 22 sobreabundaron las publicaciones sobre su importancia y la urgencia para evitar la contaminación, mal uso y demás.
Más allá de ese día especial para difundir el tema: ¿Cuáles acciones se están llevando a cabo?, ¿todo el que publicó una imagen, texto o información al respecto está haciendo algo para hacer un uso eficiente y razonable?, ¿será esa persona capaz de promover el buen uso del agua fuera de las redes sociales, con sus vecinos, familiares cercanos, o peor aún, en su hogar? Ojalá que así sea. Lo mismo nos preguntamos con otros tantos temas que tienen días específicos para ser resaltados.
Es tiempo de figurear menos y hacer más. Montarse en el tren del montón es fácil; lo difícil es hacer lo que estamos llamados a hacer. Al final del camino las acciones concretas son las que cuentan.


