Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTO: Homenaje al poeta José Mármol

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Por: Rafael A. Escotto

La primera virtud que debe adornar al escritor es, a mi juicio, la de la claridad. Joaquín Balaguer

La patria intelectual de José Mármol – República Dominicana – me lleva al estilismo primoroso del humanista uruguayo José Enrique Roldó, considerado uno de los más grandes filosofo latinoamericano. ¿A dónde quiero llegar con esta analogía que sorprende?

Primeramente, debo anticipar que sobre el contenido de la obra poética modernista de Mármol he externado en anteriores entregas mis juicios en apretado trasunto de unas cuantas cuartillas escritas a manera de dejar impreso mi respeto por la importancia y sobriedad de su prosa.

Pienso que buena parte de la poesía de José Mármol está plagada de pureza que explora y resalta la propiedad intrínseca del fondo y la forma de la palabra, al estilo del sacerdote católico francés Henri Bremond y de Baudelaire.

Esa casticidad parnasiana en la poesía de Mármol me parece inmensamente seductora porque – como diría Paulo Coelho – es como el «camino de la vida» que se nos presenta indescifrable, no obstante, de pronto todo en ella se vuelve luminoso y transparente, como la mirada de Alfonsina Storni, la mujer de los plurales rostros, en las que las pupilas no eran iguales.

En su poema «Yo, la isla dividida» nuestro invitado se acerca en su progresión literaria a la poesía revolucionaria «Ni un paso atrás» de Pedro Mir; también hace una aproximación a la poesía epopeyita escrita por Julio Cortázar en la época de la independencia de las colonias hispanoamericanas.

Hablando de poesía, Vicente Aleixandre, poeta español de fuerte raíces sevillana, perteneciente a la «generación del 27», Premio Nobel de Literatura (1977), reveló que poesía «es comunicación. Algo que sirve para hablar con los demás hombres.» Mármol, afortunadamente  tiene la virtud de que sus versos hacen participe al lector de un universo imaginario que en la agudeza del leyente subsiste en la forma de una realidad manifiesta.

La poesía de José Mármol tiene un acento tradicionalista del mundo, por una lado es de un estilo regio y al mismo tiempo nos muestra la resaca de la obra literaria del español Basilio Fernández López, al decir del crítico literario y poeta español Eduardo Moga en un estudio sobre el alto lirismo de este último autor de poemas como son: Homenaje a enrique gil y Elegía, entre otros.

En el poema Paisaje de Otoño, encontramos a nuestro personaje andando entre los herbazales de recuerdos idos de la memoria despierta de una madre aguardando ilusionada la primavera en retraso.  En este poema el ayer que se retrasó en una estación del tiempo espiritual llega al escritor de manera atemporal sospechada solamente para crear la existencia de un presente que no está sujeto a leyes del tiempo.

Esa cualidad asombrosa, en tanto el autor es poseedor de una musa de cadencia elegiaca que tanto encanta al apasionado lector y, además, un poeta como José Mármol, cuya lirica navega sobre olas empinadas de un mar borgiano que siempre es mar, que «estaba y era, que roe los pilares de la tierra y es uno y muchos mares», de lo que el poeta habla en sus reflexiones de un mar sabor de sal parecido al mar de Neruda que supone «peces y navíos.»

Finalmente, como escritor siento el vivo deseo de unirme con entusiasmo a los escritores que han celebrado la llegada de José Mármol a la prestigiosa Academia Dominicana de la Lengua. ¡Enhorabuena!

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