Por: Luis Córdova
Desde Junta Central Electoral la ingenuidad resulta peligrosa, sospechosa al menos.
Alguien, en la estrecha habitación donde se juega a la democracia, apagó la luz. Desde entonces, expertos y amateurs, juegan a tientas y temen asestar un golpe pues, en efecto, no saben si tienen al lado un adversario o un aliado.
Se suponía que las leyes electorales (la de partidos y la del régimen) iban a dar luz, pero sin embargo, igual que en el legendario merengue del maestro Luis Alberti, tras una sonrisa, vino el desguañangue.
El PLD, en el ingenuísimo ejercicio de ser criollo, creyó que con disfrazar y adelantar unas primarias iba a solucionar lo que entiende es un problema: elegir candidato/a presidencial temprano.
Y hasta al malicioso silencio de los demás partidos les salió la contundente respuesta de la Junta: hay que esperar el tiempo.
El tiempo. Hago una pausa porque he recordado a Borges: “el tiempo es un río que me arrastra, pero yo soy el río”