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El Redescubrimiento

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Por: Jenifer Gil

Hace un año retomé uno de los procesos que más ha impactado mi vida y digo que retomé porque lo había iniciado en el 2019, pero producto de mi embarazo tuve que detenerlo. Hoy entiendo que todo así estaba previsto y que ese no era mi momento; sino en marzo de 2021 justamente en un momento muy difícil de mi vida, pero igual de significativo para mi historia y para lo que soy.

Luego de todo un año de pandemia con todos los cambios surgidos y de haber tenido una hija,  cuyo acontecimiento por el solo hecho de ser nos marca y en mi caso en particular que experimenté la frustración en sus diferentes formas y niveles debido a algunos aspectos de mi personalidad hasta entonces bastante perfeccionista. Tras haber vivido todas estas experiencias y de tomar la decisión de separarme de quien es mi esposo desde hace siete años y novio y compañero desde hace 10; me condujeron nuevamente al Centro de Transformación y Liderazgo Acreser.

Era el momento idóneo para volver a un Discovery, pues yo más que nadie sabía que debía de redescubrirme y que estar en el suelo era precisamente el impulso  que requería para levantarme con nuevas fuerzas y rediseñar aquellas cosas que yo sabía que debía de trabajar. Todo transcurrió en el tiempo y las circunstancias adecuadas acorde a la voluntad de Dios, en quien siempre he puesto mi confianza y a quien le debo todo lo que soy.

Vivir este proceso, me permitió verme, verme en lo más profundo de mi ser, pero también que otros vieran lo que yo era incapaz de percibir en ese momento, y a través de su apoyo, logré iniciar un proceso de transformación que continúo cada día, pero que luego de un año puedo ver los frutos de lo que para mí parecía imposible.

Un arduo trabajo, remover heridas, reconocer y aceptar mis debilidades, tiempo, recursos económicos, pero sobretodo lágrimas y esfuerzos fueron necesarios para que yo pudiera experimentar la gratitud, libertad, gozo y plenitud que hoy siento primero por encontrarme a mí misma, por volver a conectar con mi esencia, con lo que me apasiona y me hace única, por abrirme a nuevas posibilidades y reconocer lo valiosa y afortunada que soy. Por darme cuenta de mi poder, de lo que soy capaz de crear, de generar si así me lo propongo, darme cuenta de mi suficiencia como ser humano y en mi vulnerabilidad permitirme sentir el aprecio, amor y apoyo de otros.

Segundo por haber reafirmado mi propósito y filosofía de vida los cuales renuevo cada día al servir desde la plataforma del amor con mis dones y talentos para que otros también vean su grandeza, crean en su potencial y apuesten a que todo es posible para aquel que está decidido a luchar por sus sueños.

Tercero, pero no menos importante, recuperar a mi familia, volver a los brazos de mi esposo con la firme convicción de que lo vivido era solamente un peldaño que debíamos de subir para fortalecernos y afianzar nuestra unión y aquel compromiso que hicimos ante Dios y el mundo. Darle a mi hija la oportunidad de abrir sus ojos cada día y ver a papá. A papá y a mamá que, aunque con dificultades aun por superar, no se han rendido y se mantienen trabajando en su mejor versión.

Y es que nuestros conflictos internos deben ser superados primero, para poder mantener una relación armoniosa con nuestro entorno.

Mis queridos lectores;  “Nada es tan malo, que no tenga algo bueno”; dice un dicho dominicano, siempre y cuando estés en apertura y te dejes guiar. Dios siempre te llevará hacia donde debes ir y ese problema o circunstancia que hoy te está frenando puede ser precisamente el impulso que requieres para ir al siguiente nivel. Recuerda que TODO empieza contigo, y que TODO lo que requieres está en tu interior. No te detengas, ni te sigas postergando, pues nada cambiará si Tú no haces algo para que sea diferente.

Espero que mi historia te impulse a seguir creciendo y a que te des cuenta que no es lo que te pasa en la vida, sino qué haces con eso que te sucede.

Hasta la próxima, tu amiga,

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