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Hablemos de reforma

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Por: Karleny Cabrera

A propósito de las casi dos mil muertes de ciudadanos bajo custodia de la Policía Nacional en los últimos dieciséis años, y de la mencionada y esperada reforma policial, que tanto piden los legisladores y el pueblo dominicano, es propicio hablar sobre la verdadera transformación que debe haber.

Los altercados ocurridos entre los civiles y los miembros del cuerpo del orden,
o estando bajo el cuidado de estos, se pueden tildar como actos de tortura
y barbarie, es cierto. Pero más allá de estas situaciones, hay que meditar y
darse cuenta de que algo está sucediendo en el corazón de las personas,
que ya les parece algo normal el homicidio.

A raíz de los hechos pasados, se ve manifestada mucha maldad en la mente
del hombre; hieren o matan a otra persona como si este fuere un proceder
reglamentario de la raza humana; y tras ello, solo ven su acto, y muchas
veces, ni siquiera se arrepienten de lo ocurrido.

Parece ser que el amor del ser humano se ha tornado frío a causa de la
malignidad en los últimos tiempos; tal y como cita la Biblia en el evangelio
de San Mateo capítulo 24, versículo 12: “y por haberse multiplicado la
maldad, el amor de muchos se enfriará”.

Esto me lleva a pensar que la verdadera reforma debe hacerse de adentro
hacia afuera, pero de manera personal; es decir, cada quien debe
ocuparse de su ser interior y preocuparse por manifestar más amor que
maldad y tratar a los demás como les gustaría ser tratados.

Trabajemos la empatía, amemos al prójimo como a nosotros mismos;
practiquemos el amor. Reformemos nuestro ser interior, nuestra familia,
nuestros hijos, para que, por esa vía, se manifieste una verdadera
transformación en la sociedad… La reforma policial ya es otro asunto.

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