Por: Luis Córdova
Los rojos están activos, algunos parecen impacientes. Y es que, como siempre, los hay para elegir. Hay quienes abiertamente promueven aliarse temprano al partido de gobierno (una vieja práctica que ha tenido tradición en las filas balagueristas, tras la muerte del caudillo); hay quienes alientan ir con una candidatura propia (cueste lo que cueste); y los hay quienes, sotto voce, promueven volver a viejos aliados.
Pero resulta que todo partido político es, a un mismo tiempo, dos: el que se inclina reverente ante la circunstancia y el que piensa, actuando en consecuencia, en el tiempo, el peso histórico de su pasado.
¿Qué mueve a los partidos? “¡Tener poder!”, responderán los incautos.
Pero, ¿qué es tener poder? ¿Cuántos lo detentarán? ¿Habrá circulación de las élites o repetiremos nombres para cargos nuevos? ¿Seguirán siendo los mismos agraciados?
La agenda se impone: lo político desplaza lo electoral.
No se trata de preguntarse ¿con quién ir aliado?
Hay respuestas urgentes y sinceras hasta la crueldad: ¿con qué se negociaría?
Esta es la democracia que nos legaron Bosch, Peña Gómez y Balaguer, sí Balaguer.