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ECO DESDE EL MONUMENTO: En defensa de los bodegueros del Bronx

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Por: Rafael A. Escotto

 

“Como ustedes saben, yo soy un inmigrante. Yo vine aquí como inmigrante, y lo que me dio las oportunidades, lo que me hizo estar aquí hoy, son los brazos abiertos de los estadounidenses. Me han recibido. He sido adoptado por los Estados Unidos.”ARNOLD SCHWARZENEGGE

La primera dama de Estados Unidos Jill Biden le ofreció a la comunidad dominicana establecidas en el Estado de Nueva York, sin haber sido este su propósito, la oportunidad de intervenir en un debate político y de desarrollo socioeconómico sumamente interesante.

La comunidad empresarial y comercial dominicana está formada por hombres y mujeres «fuertes, capaces y alertas», dueños de bodegas y de reconocidas cadenas de supermercados así como de otros tipos de actividades de lícito comercio de Nuevas York.

Esta particularidad me induce a ir tras la oportunidad en nombre de los bodegueros, que nos ofrece la distinguida primera dama estadounidense –como sugirió  el periodista, financista, escritor y publicista B.C. Forbes, fundador y propietario de la afamada Revista Forbes.

La primera dama Jill Biden intentó hacer una comparación, un tanto poética, pero no alcanzó a lograr este esfuerzo literario, equiparando a los latinos en suelo norteamericano con «Los bodegueros del Bronx y Taco Bell, tal vez sin pretender ser ofensiva a esta comunidad.

El hecho sucedió  durante una conferencia en San Antonio, Texas titulada “Siempre Adelante: Nuestra búsqueda de la equidad«, en la que se le rindió un bien merecido homenaje a Raúl Yzaguirre presidente de «UnidosUS 2022

Esos hombres y mujeres bodegueros a los que hizo referencia la primera dama de Estados Unidos, son inmigrantes exitosos que apostaron a la generosidad, como dijo el expresidente de EE.UU. Barack Obama, del pueblo estadounidense. Esa liberalidad hizo posible, con muchos esfuerzos creativos de la comunidad empresarial dominicana, el llamado sueño americano y, al mismo tiempo, aprovecharon, a base de decisión, agresividad y valentía, la libertad económica y comercial de los Estados Unidos.

El espacio económico del que hoy goza y son acreditados esos bodegueros dominicanos no le fue ofrecido sin antes haber librado una ardorosa batalla contra corriente opuesta imperante en el momento. Y cito un caso: El sistema bancario de la época, por desconocimiento y falta de confianza en una actividad comercial desconocida, como eran en sus inicios las bodegas, no le abrieron sus puertas y debieron recurrir a medios alternativos costosísimos de préstamos.

Hablando de sociología, las bodegas son el resultado y consecuencia de un cambio en la composición o estructura social de la población de Nueva York y sus condados, específicamente y, al mismo tiempo, de una transformación vertiginosa en los hábitos de consumo y costumbres alimentarias de esa nueva población emergente, mayoritariamente latina.

Esas inmigraciones le han aportado a los Estados Unidos sus riquezas culturales y su variada gastronómica respondiendo a su exótico paladar antillano y latinoamericano. Contribuyendo además a enriquecer el patrimonio cultural musical norteamericano.

Interpretados esos cambios en la composición social  norteamericana, entendimos que había surgido una demanda nueva de bienes y servicios que no estaba siendo satisfecha y que debíamos aprovechar.

Fueron los dominicanos liderados por Agustín Martínez, Eddy Flores, Francisco –Poquito- Rodríguez, Viterbo Báez, John Márquez, el doctor Placido Acevedo, el abogado Rafael A. Escotto, Alvin Bridgewater, Cesar- don Paco- Cabrera, Máximo Padilla y otras personas que fueron integrándose a la idea de crear una asociación de comerciantes y empresarios dominicanos, quienes advierten a tiempo el surgimiento de ese nuevo mercado, con características y preferencias distintas a lo tradicional en los Estados Unidos.

Paulatinamente, la realidad del negocio de las bodegas fue floreciendo dentro de la comunidad latina y negras del Bronx y del alto Manhattan. Fue positivo el auge de las bodegas dominicanas hasta el grado que se extendieron por todos los demás condados.

Cruzaron los puentes Verrazano y Triboro y se establecieron las bodegas dominicanas en lugares o Condados como Staten Island, Corona, Queens, Perth Amboy, Newark, Nueva Jersey, Brooklyn, Lawrence, Massachusetts, Connecticut y, más allá de Pennsylvania.

La expansión progresiva y el éxito de las bodegas dominicanas fue captado prontamente por los grandes propietarios anglo sajones de cadenas de supermercados, entre lo que estaban Associated, lloviendo desde ese sector capitalista estadounidense las ofertas de negocios, ofertas que nuestros corajudos inmigrantes aprovecharon hasta terminar convirtiéndose en dueños de ese emporios comerciales.

El emprendurismo de los dominicanos en los Estados Unidos no se ha quedado únicamente en las bodegas y los supermercado, su  desarrollos abarcan farmacias, oficinas medidas y de abogados. Habría también que hablar de oficiales de policía, congresistas, federales y estatales, bomberos, médicos, abogados, jueces de cortes, concejales, alcaldes y funcionarios de gobierno.

Agustín Martínez, un hombre visionario del municipio de Castillo, San Francisco de Macorís lidera aquellos impulsos comerciales de los dominicanos, como si se tratara de aquella marcha famosa a Washington en 1963 que dirigió Martin Luther King, y nos reúne para organizar y activar una asociación que  agrupe a los comerciantes dominicanos dispersos.

Fue bajo el liderato de este hombre poseedor de un espíritu incansable que se logró establecer dicha Asociación la cual contó con el apoyo político del gobernador Mario Cuomo y del alcalde de Nueva York Ed Koch. Para la época todavía la comunidad dominicana no había entrado en la política de los Estados Unidos.

Fue bajo el calor de los bodegueros y los dueños de supermercados dominicanos quienes pensaron que había llegado la hora de incursionar activamente en la política de los Estados Unidos. Así surge Guillermo Linares Estévez como el primer dominicano elegido en 1991 concejal de Nueva York.

Hacemos estas precisiones para que conste en los anales de la historia del desarrollo socioeconómico de Estados Unidos los aportes grandiosos de nuestras inmigraciones de dominicanos, sean estos bodegueros del Bronx de Manhattan, de Brooklyn o de Staten Island.  Estos hombres y mujeres aprendieron de Agustín Martínez y de Eugene Wave esta palabra: «Todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar.»

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