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16 de agosto: Restaurando el Cambio

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Por: Aik Ambiorix.

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A propósito de cumplirse el 157 aniversario del día de la Restauración de la República, y de todas las instituciones públicas unirse a esta difusión que reafirma el sentir patriótico de los dominicanos, quiero esta vez referirme a otras restauraciones y cambios.

Los creyentes cristianos reafirman en su fe el concepto de que cambio es revolución, acción, transformación, posiciones diferentes, nuevo camino o accionar distinto. Son los que tienen una de las más certeras acciones y valoración de lo que es cambiar. En su libro sagrado, la Biblia, existen conceptos claros, tales como: “De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” y de otros tantos versos que justifican la posibilidad de que el ser humano puede pasar de un estado de descomposición moral, social o ético a otro de comunión plena con su Dios Creador: Un verdadero cambio.

Es el ejemplo de los muchachos de la guerrilla de Colombia. Muchos de ellos lograron reinsertarse a la sociedad, aplicar para estudios técnicos y hasta universitarios, además, de ser líderes de diversas comunidades en esa nación.

Hace 2 años los dominicanos fuimos asaltados en la mejor intención, con marchas, discursos, encuentros y protestas verdes en la Plaza de la Bandera. Maquiavelo fue claro en su técnica de Fait Accompli o hecho consumado al decir a todos que sí, y hacer otra cosa usando los recursos humanos y las emociones de los demás para llegar a determinados fines. No es ni ha sido el caso del presidente Abinader, pero sí el de la mayoría de sus funcionarios y servidores, pisando en la nuca, muchas veces, a sus compañeritos de partido, cuyo sudor les perfuma en campaña política, pero les hiede en sus antedespachos.

Aprovecharon la coyuntura de una rabia que tuvo el pueblo dominicano contra la última gestión del presidente Danilo Medina y del Partido de la Liberación Dominicana, PLD. Esa indignación fue en espera de verdaderos cambios prometidos durante varios años de gobierno de ese partido político.

La gente, como dice el mismo pueblo noble: “Se jartó”, y con una acción fuerte la ola benefició a todo el que tenía una boleta a nombre del Partido Revolucionario Moderno, PRM. El pueblo insatisfecho, desesperado y ansioso de verdaderos cambios aprovechó la oportunidad para que las cosas viejas pasarán y todas fueran hechas nuevas. Sin embargo, ya pasan 2 años de esa gestión prometedora de cambios, la construcción ha experimentado una de las salsas más tremendas, los ricos y funcionarios pueden accesar a la opulencia de los alimentos de primera necesidad, pero a los pobres siempre se los llevará el diablo de la modernidad.

Hoy, desde el Ministerio de Educación se nota que más de RD$ 250,000 mil millones de pesos fueron usados; solamente usados. Los muchachos siguen con récord bochornoso de sus evaluaciones, pero cada año el dinero, como mismo expresó el nuevo ministro de educación: “se sigue perdiendo”. Porque no es el método correcto que se ha estado usando.

Por otro lado, el Ministerio Administrativo de la Presidencia quedó sin ministro por un escándalo del contexto de una posición política que se mantuvo por corrupciones del pasado gobierno, que, sin darnos cuenta, promotores del moderno cambio estuvieron para aparecer envueltos en ellas, y sino ellos, a lo menos, familiares cercanos. Como quiera el dinero corre, llega, salpica y ayuda; pregúntele a ese ex ministro si dio algún “dinerito” en la campaña y de que cárcel lo sacó.

 

 

 

Muchos otros hechos de corrupción están siendo observados por la Comisión de Ética. Doña Milagros Ortiz Bosch no aguanta más casos.

 

¡Que triste cuando la gente deposita su confianza en cambios! Garantizado por ministros religiosos, políticos, educadores y dirigentes comunitarios. Una cosa dicen, pero otra cosa muy distinta hacen; que le sirva de ejemplo a sus seguidores. Y eviten el camino del desagrado, de la nueva rabia y de la entrada al infierno de la modernidad.

 

Al presidente Abinader le quedan sólo 2 años para seguir manteniendo su limpieza e integridad o permitir que funcionarios, compañeros o amigos terminen también manchando sus vestiduras blancas.

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