Por. Luis Córdova
Lope de Vega escribió uno de los dramas teatrales de mayor importancia del llamado Siglo de Oro español, Fuenteovejuna.
Aunque no esté en los libros de referencia en los colegios, el profesional de hoy que no la conoce, debería ocuparse en leerlo pues sus tres actos son un monumento al honor, el poder colectivo y el abuso del poder político, que ahora como en ese entonces resulta ser los mismos.
Cada proceso arroja un héroe y un villano, cada competencia un ganador y un derrotado. Pero en política esto tiene su laxitud, zonas grises como diría un magistrado; no es rejuego del lenguaje si afirmamos que han existido “vencedores, vencidos” y “vencidos que terminan siendo vencedores”.
La política se hace con humanos, por eso es ciencia y también arte, el “arte de lo posible” para ser exactos. No fue sino cuando se conocieron los resultados de la consulta del pasado domingo, que advertimos los desbordados ríos de tinta que habían ahogando en odio el otrora respeto hacia una persona cuyo pecado mayor, desde la abismal distancia que nos separa, ha sido la de ser y saber estar.
Pero ella, la misma que lee las amargas palabras de muchos que ni remotamente la conocen, ha inscrito su nombre, quiérase o no, en la historiografía dominicana, en la historia política reciente, quizás con más perennidad que la de muchos soberbios machitos.
Margarita. Así fue su nombre de campaña y la estrategia de su contenido lo podemos discutir luego. Por ahora nos ocupa esa reacción que, en el buen sentido del civismo, debe cuestionar la democracia, la tolerancia y el respeto a la mujer y hasta al feminismo mismo.
¿Quién conoce las causas que la llevaron a enamorarse y matrimoniarse por segunda vez en su vida? ¿Quién respeta la decisión de dos adultos que terminan su vínculo sentimental de manera prudente y discreta? ¿Hasta dónde las decisiones privadas constituyen un capital político?
Primera dama, vicepresidente, jefa del gabinete social, dirigente de su partido, aspirante presidencial en dos ocasiones, miembro de organismos internacionales y promotora de agenda de inclusión, igualdad, ambiental, progresista… ¿acaso no cuenta eso?
¿Es pecado ser mujer en ese PLD?
La hegemonía del machismo manda a la subordinación y el silencio. Los pactos que censuran el disenso no deberían exhibirse como logros.
El proceso la golpeó temprano. No pudo exhibir su sonrisa habitual cuando fue a votar porque antes un miembro del equipo del candidato ganador, supuestamente de manera inconsulta, hizo viral en las redes la denuncia alegre de que ella tenía un fraude. Sin embargo nadie cuestionó luego al sorpresivo ganador.
Margarita y su silencio. Recordará a otro calumniado, el eterno Bosch, cuando circunstancias parecidas dijo “tarde o temprano la verdad sale”.
Releer a Lope de Vega trae sus ventajas, viene a la memoria el momento en que el juez pregunta “¿Quién mató al Comendador?”, la masa, autora del crimen, responde a coro “Fuenteovejuna, Señor”.