Por Luis Gonzalez Fabra
En los tres años de su mandato, Luis Abinader ha demostrado una habilidad sobresaliente para la toma de decisiones y la disposición a asumir riesgos en situaciones complejas. Su capacidad de liderazgo ha quedado evidenciada en diversos desafíos a los que se ha enfrentado durante su gobierno.
Uno de los primeros retos a los que tuvo que hacer frente fue la pandemia sanitaria. En medio del avance del Covid-19, con los hospitales al límite de su capacidad y los productores de vacunas evitando vender a países pequeños, mientras el gobierno de Estados Unidos anunciaba que no ofrecería vacunas a otras naciones hasta inmunizar a su propia población, Abinader mostró destreza y tomó la decisión de adquirir vacunas de China, a pesar de las dificultades políticas y logísticas que ello implicaba. Además, tan pronto como fue posible, equilibró la balanza adquiriendo vacunas fabricadas en Estados Unidos.
En contra de las opiniones de algunos colaboradores cercanos, Abinader designó a la vicepresidenta Raquel Peña como responsable del gabinete de salud. Aunque surgieron preguntas sobre su conocimiento en salud pública, en ese momento se requería una gestión gerencial eficiente y ella demostró estar capacitada para hacerlo. Al final, la Organización Mundial de la Salud (OMS) felicitó al gobierno por su manejo de la pandemia e invitó al presidente a su sede para compartir su éxito.
Con buen criterio, Abinader decidió impulsar el retorno de los turistas y puso al Ministerio de Turismo en condiciones de llevar a cabo una sólida promoción internacional para informar al mundo, especialmente a los operadores turísticos, que nuestras playas y hoteles estaban listos para recibir a todos aquellos que quisieran visitarnos. Como resultado, el turismo ha experimentado un incremento significativo, casi cinco millones de vivitantes en lo que va de año y una ocupación hotelera que supera el 75 por ciento. Se están construyendo nuevos establecimientos y proyectos como el de Pedernales están en la etapa final de inicio de su construcción. Incluso los cruceros han regresado a Puerto Plata, con casi dos millones de pasajeros desembarcados de enero a la fecha.
Se ha restaurado la confianza de los inversionistas locales y extranjeros, que había sido afectada por la pandemia. El presidente también impulsó la inclusión de dos millones de dominicanos en el SENASA, creó el Consejo de Competitividad para mejorar la producción nacional y estableció una mesa de industrialización para recuperar y fortalecer el sector industrial.
Sin la visión de estadista de Abinader, solo Dios sabe cuántos dominicanos habrían perdido la vida si no se hubieran obtenido vacunas contra el COVID en un momento de extrema dificultad. La notable labor realizada por los sectores de Salud Pública, Agricultura y Obras Públicas es una clara muestra de que nuestro país tuvo la fortuna de elegir como presidente a un hombre joven, sin ambiciones económicas desmedidas, con pasión por el trabajo y decidido a producir un cambio en la administración del Estado.
El pueblo no se equivocó en esta ocasión y observa con admiración cómo la obra de gobierno del presidente Abinader va tomando forma, enfocada en impulsar el desarrollo, crear empleos y reducir las desigualdades sociales que afectan gravemente a nuestra sociedad. Solo aquellos obnubilados por la ambición desmedida de enriquecerse a costa del erario y continuar con la fiesta de la corrupción sin límites no logran apreciar cómo las acciones del gobierno se hacen sentir desde Pedernales hasta Samaná, atravesando todo el territorio nacional.
Se han realizado grandes esfuerzos para mantener a flote la economía y, hasta la fecha, nos encontramos entre las economías más sólidas no solo del Caribe, sino de toda Latinoamérica. La tasa de desempleo ha disminuido y el gobierno continúa brindando facilidades y realizando esfuerzos para promover la creación de nuevos puestos de trabajo en beneficio de la fuerza laboral.