Por Karleny Cabrera
Suele pasar el típico caso del amigo, vecino o conocido que ha experimentado la sensación de que la vida se ha estancado. Sus proyectos no avanzan –o quizá ni tenga proyectos-. Las relaciones van en decadencia. Las finanzas disminuyen; y no sabe cómo activar su motivación para cambiar ese estado.
Es estancamiento, y puede presentarse en cualquier etapa y ámbito de la vida. Los factores que inciden para que este fenómeno se manifieste pueden ser, tanto internos, como externos; todo va a depender de la situación en la que esta obstrucción se presente.
Independientemente del momento de estancamiento por el que una persona esté atravesando, es posible volver a retomar los aspectos en los que no puede superar el estancamiento para darle a su vida un nuevo impulso y seguir hacia adelante.
Cuando nos damos cuenta de que hemos caído en este mal y queremos superarlo, será necesario cambiar de rutina y mantener una constancia de nuevos hábitos, pues, en muchos casos, el estancamiento es producto de la monotonía y de la dificultad para salir de la zona de confort.
La Biblia tiene un precioso versículo que nos alienta a renovar fuerzas y seguir adelante. Isaías, capítulo cuarenta, verso treinta y uno dice: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Afianzarse en Dios siempre será la mejor alternativa para superar cualquier situación. Hay que renovar fuerzas en él, y enfocar la mirada en seguir avanzando. Salir de la comodidad y empezar una nueva rutina nos va a costar; pero será la decisión exacta para vencer cualquier estancamiento presente en nuestra vida.