Por: José Gómez Cerda
El sínodo o asamblea consultiva de la Iglesia católica que comienza, mañana, en el Vaticano, rompe los moldes de la tradición al dar voz y voto a las mujeres y a los laicos. sectores de la Iglesia históricamente relegados a un segundo plano.
Por decisión del Papa participarán representantes laicos de diferentes sectores de la sociedad.
Durante cuatro semanas, los 464 participantes, 365 de ellos con derecho a voto, se reunirán diariamente en el Vaticano, repartidos en grupos de reflexión en cinco idiomas. Participaran con derechos a votos, varios laicos, entre ellos hay 54 mujeres.
Los temas en debate son de gran relevancia e incluyen el celibato sacerdotal, la ordenación de sacerdotes casados, la bendición de parejas homosexuales, la extensión de los sacramentos a los divorciados y la posible ordenación de mujeres diáconos.
La principal novedad en esta reunión es que laicos y mujeres participarán de los trabajos y podrán votar, algo inédito descrito como una “revolución”.
Desde muy joven me he considerado laico católico, y mi labor ha sido con los trabajadores del campo y la ciudad.
Me siento realizado cuando dedico tiempo a orientar y educar a las personas de mí misma clase social, para elevar el nivel cultural, social y educativo de los trabajadores, actuando siempre abiertamente como un laico.
Me he nutrido de la doctrina social cristiana, de las encíclicas sociales y de las enseñanzas de la iglesia, para formarme cada día más, para que mi acción como laico católico ayude a los miembros de mi clase social.
Mi vocación ha sido social, complementada con la filosofía de inspiración cristiana, trabajar en los medios de comunicaciones sociales, y exponer siempre mis principios, valores y ética, para el bien común, por medio de la justicia social.
He trabajado con varios sacerdotes, que me han orientado en mis acciones, a quienes he respetado, especialmente aquellos que dan preferencia a lo social.
Desde joven, en la Juventud Obrera Católica-JOC aprendí el método de ver, juzgar y actuar, y he admirado a centenares de jóvenes que se formaron con esta metodología y se han destacado en el sindicalismo, la política, el cooperativismo y otras asociaciones sociales.
Cuando leí el libro “LAICOS EN PRIMERA FILA”, obra de Monseñor José Cardijn, comprendí la labor que debía desempeñar dentro de los trabajadores, hombres y mujeres, del campo y la ciudad.
Ser laico católico, hombres y mujeres, significa llevar los principios y valores cristianos a todos los niveles sociales; en los centros de trabajo, en el mundo rural, en las oficinas, talleres, desempleados, en el sector informal, a los trabajadores, especialmente aquellos que están organizados.
El laico católico, hombres y mujeres, que además cumple con los mandatos de la Iglesia, tiene mayores posibilidades de realizar una tarea positiva como laico, pero existen otros que tienen vocación para lo social. A ellos debemos felicitarlos, porque actúan como laicos en un trabajo social.
“Los laicos son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo; a los que nosotros estamos llamados a servir y no de los cuales tenemos que servirnos”.
El papa Francisco aseguró que en la Iglesia católica “no hay patrones y obreros” y que todos tienen que estar involucrados por igual, “La Iglesia somos todos: no hay patrones y obreros”, exclamó Francisco que prosiguió afirmando que la misión de la Iglesia en el mundo procede a través del aporte de todos los que forman parte.
Y agregó que, aunque “alguno piensa que en la Iglesia hay amos, es decir los obispos, el papa, los sacerdotes… y luego obreros, que son los demás, esto no es así, porque la Iglesia somos todos”. “Todos tenemos la responsabilidad de santificarnos los unos a los otros, de cuidar de los demás”, explicó el Papa Francisco.