Opinión

Actuar de espalda a los valores

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Por: J. Luis Rojas

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Unos más que otros de los viejos y jóvenes empresarios dominicanos, tanto de hoy como de ayer), han mostrado interés en gestionar sus negocios a partir de determinados valores. Nadie mejor que los directivos, ejecutivos y gerentes conocen la importancia que tienen los valores y principios compartidos, para la sostenibilidad, sustentabilidad, reputación, permiso social e imagen pública de sus organizaciones. En cualquier contexto, los valores, más que exhibirlos como piezas de museos, son un recurso intangible de mucha utilidad para lograr un desempeño trascendental de las organizaciones.

En el ámbito de la planificación estratégica, en los últimos diez o quince años, la mayoría de las medianas y grandes empresas definen, comunican y comparten valores con sus grupos estratégicos y de interés. Generalmente, por factores multifactoriales, esta iniciativa no siempre alcanza los resultados esperados. En muchas organizaciones se definen y comunican los valores. En cambio, los colaboradores internos que no se empoderan y ponen en práctica los mismos, es cada vez más alto y evidente. Los activos intangibles de las organizaciones y marcas se afectan de manera significativa, cada vez que uno o varios de sus colaboradores internos ignoran o violan los valores corporativos establecidos.

En términos generales, los valores se asocian a normas, procedimientos y principios, los cuales son usados como marco de referencia por los individuos y las sociedades, con el propósito deliberado de guiar su forma de pensar, decidir, actuar, hablar y relacionarse. Algo similar es lo que acontece con los denominados valores corporativos. Es decir, empresas de diferentes naturalezas, se proponen actuar como ciudadanos éticos y socialmente responsables. En pocas palabras, detrás de los valores corporativos subyacen cualidades positivas. Por ejemplo, solidaridad, respeto, armonía, transparencia, buena convivencia, entre otras.

Más allá de la naturaleza y el tamaño de las organizaciones, los subsistemas de gestión humana y de comunicación son los responsables directos de garantizar que todos los colaboradores internos conozcan y pongan en práctica los valores corporativos que se han definido y consensuado en la organización. En el entorno corporativo dominicano, es común y casi normal ver a muchos de los colaboradores internos de las organizaciones, incluidos sus directivos, ejecutivos y gerentes, protagonizar acciones provenientes de prácticas sustentadas en antivalores corporativos. ¿Para qué sirve tener un portafolio de valores corporativos, los que casi ningún directivo, ejecutivo, gerente y personal de apoyo, suele poner en práctica en sus funciones y tareas ordinarias y extraordinarias dentro y fuera de la organización?

Para evitar brechas e incongruencias entre lo que predican los valores corporativos de las organizaciones y lo que hacen sus colaboradores, es imprescindible establecer mecanismos eficientes y confiables que ayuden a éstos, sin importar su jerarquía, a poner siempre en práctica en cada momento, lugar y circunstancia, lo establecen sus valores y principios. En el entorno actual, en el que todo se sabe, se visibiliza y se comenta, gracias a la magia de las redes sociales, es muy difícil mantener fuera del alcance y el conocimiento de los ciudadanos, algo tan notorio como el no predicar con el ejemplo. ¿Cómo lograr que cada colaborador de la organización actúe en función de los valores corporativos de ésta?

En el ecosistema corporativo dominicano, es bastante evidente y frecuente la falta de sinergia entre lo que predican los valores de los principales grupos corporativos y el comportamiento que exhiben algunos de sus directivos, ejecutivos, gerentes y personal de apoyo. Entre los valores que guían el quehacer del sector corporativo de RD., figuran los siguientes: respeto, integridad, trabajo en equipo, innovación, satisfacción del cliente, compromiso, liderazgo, excelencia, ética, empatía, calidad, compromiso, autenticidad, pasión, cercanía, confiabilidad, responsabilidad social, excelencia, iniciativa, así como el crecer, servir, proteger y el compartir, entre otras. Sin dudas, ver estos valores expresados en las funciones y tareas cotidianas que llevan a cabo los colaboradores en sus respectivas empresas, no es un ejercicio fácil detectarlos. Más bien, podría decirse que sus actuaciones al respecto son más de antivalores que de valores.

En este orden, es como ha dicho la Enciclopedia Concepto: “A diferencia de los valores, los antivalores son actitudes negativas que van en contra de algún principio, porque promueven un accionar inadecuado o peligroso. Mientras que los valores guían de forma positiva el obrar de un individuo, los antivalores son opuestos a aquello que es bueno para una persona o una sociedad”. (15 de enero, 2024).

Entre los ejemplos más frecuentes de antivalores corporativos en República Dominicana, se destacan los siguientes:

  • Grupos corporativos con prácticas de producción y comercialización que agreden los recursos naturales no renovables.
  • Fomentar el consumo irresponsable. (Ferias de automóviles al margen de soluciones viales).
  • Usar los bienes y recursos del Estado como plataforma para acumular riqueza material. (Arrendamiento y compra a precio vil de terrenos e inmuebles públicos)
  • Colaboradores que conducen violando las leyes, normas y señales de tránsito.
  • Violación continua a las disposiciones establecidas en el Código de Trabajo.
  • Implantación de conceptos de negocios adversos a los principios éticos y morales universales (AFP, ARS, etc.).
  • Implantación de acciones de responsabilidad social, cuya finalidad es tapar acciones ilícitas.
  • Pagar sobornos para ganar licitaciones gubernamentales.
  • Violar los derechos de los trabajadores.
  • Apelar a la publicidad engañosa, con la finalidad de manipular a los consumidores.
  • Implementar prácticas de competencia desleales.
  • Evadir las obligaciones fiscales.
  • Insertarse en organismos gubernamentales para obtener beneficios, que vulneran el bien común.
  • Violar las leyes y normas que regulan los mercados,
  • Pagar para que los legisladores aprueben o desaprueben determinadas leyes. (Ley-87-01, ADAFP, ADARS).
  • Y un larguísimo etcétera, etcétera, etcétera, etcétera…

Más temprano que tarde, los grupos corporativos que actúan de espalda a sus valores y principios terminan dañando sus activos intangibles: reputación, credibilidad, confianza, licencia social, imágenes públicas, etcétera. Es una ridiculez predicar valores que no se practican. No son todos los sectores sociales que suelen aplaudir a los que abrazan los antivalores.

En el terreno de los hechos, la mayoría de los directivos, ejecutivos y gerentes de los grupos corporativos dominicanos, piensan, deciden, actúan, hablan y se relacionan al margen de lo que predican los valores y principios de sus organizaciones. Es decir, poco les interesa predicar con el ejemplo. Desde la esencia del posmodernismo, se plantea que el sector corporativo no solo tiene la responsabilidad de generar utilidades para sus asociados, también tiene un compromiso social ineludible.

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