Opinión

Una semana diferente

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Editorial periódico Camino

 

 

Con el Domingo de Ramos queda iniciada la Semana Santa. Estos días deben ser especiales para los que creemos en el Redentor de la humanidad. Con él viviremos su pasión, muerte y resurrección.

 

 

Para los no creyentes y alejados también debería ser una buena ocasión para hacer un alto en el camino, y revisar sus vidas a la vez que buscan la razón de su existencia. Todos tenemos que aportar para transformar esta humanidad herida por el dolor y la guerra.

 

 

Hoy son muchos los seres humanos que llevan sobre sus hombros la cruz pesada de la pobreza, la carga insoportable del abandono social, y la indiferencia de tantos a quienes su corazón se le ha vuelto una piedra frente al sufrimiento de los demás.

 

 

En nuestro país hemos presenciado tragedias de las cuales sus familiares no han podido cicatrizar las heridas del alma, al ver partir a padres, madres, niños y amigos en hechos que transforman la vida de nuestro pueblo, y queda marcado en la historia del sufrimiento.

 

 

Observarlos como un hecho más siguiendo por el camino sin detenernos a brindar nuestro apoyo nos convierte en indolentes

 

 

La explosión de San Cristóbal, el incendio en el carnaval de Salcedo y el más reciente fuego en la cárcel de La Victoria son hechos que nos causan horror. Y más cuando el olvido embota la conciencia de quienes pueden ayudar y permanecen pasivos.

 

 

Acompañemos con nuestra solidaridad a los afectados. Sirvan estas duras lecciones para prevenir episodios dolorosos que pueden evitarse, tomando las medidas necesarias de seguridad. Que de esta Semana Santa salgamos con el firme compromiso de ver en la otra persona a un hermano. Dejemos atrás las actitudes individualistas y persigamos el bien común como la meta a donde tenemos que llegar.

 

 

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