Quién como una madre, con su dulce encanto, nos disipa el miedo, nos calma el dolor… Son muchos los testimonios de hijos que ya siendo ancianos, y estando en situación de dolor, o su lecho de muerte, brota de su alma el suspiro: Ay mamá!
Es como buscando la ternu- ra y el consuelo de ese ser maravilloso que Dios nos regaló.
En este último domingo de mayo, en que los dominicanos celebramos su día, debemos tener presente la misión que debemos asumir con amor y entrega hacia ella. Tenemos que cuidarla, mimarla y protegerla. Ellas lo hicieron con nosotros. Pero hay hijos que olvidan el mandato divino de: honrarás a tu padre y a tu madre.
Nos llama la atención ver cómo en la actualidad están ganando terreno elementos de otras culturas, en donde el cuidado a nuestros progenitores está en un segundo plano. De ahí viene el aban- dono de madres que son llevadas a un asilo, cuando sus hijos pueden cuidarlas! Estamos en presencia de la cultura del descarte de las personas mayores.
En los asilos encuentran atenciones y otras facilidades, pero sufren el vacío de no tener a su lado a quienes son fruto de sus entrañas, cuando más los necesitan. Encontramos hijos/as que olvidan que sus madres se fueron consumiendo por ellos como un cirio encendido.
Tengamos presente que el mejor regalo para una madre es saber que nunca será abandonada, y menos cuando necesita del apoyo y cuidado, ya estando en el ocaso de su existencia.
Felicidades mamá, en tu día, y siempre. Esperamos ver que todas las madres dominicanas tengan mejores condiciones de vida. Y no verlas envejeciendo a destiempo, a causa de la situación de pobreza que padecen.
Gracias mamá, por enseñarnos el amor de Dios en cada huella de tu existencia.“Una madre sabe lo que es importante para que un hijo camine bien en la vida, y no lo ha aprendido en los libros,