Nicolás Arias
En lo que resta de este año, sobre todo a partir del 16 de agosto cuando comienza una nueva gestión, el escenario político se presenta como un campo fértil para el inicio de la aplicación de varias reformas, por parte del gobierno, cuyo éxito estará intrínsecamente ligado a la sabiduría con que estas sean explicadas, consensuadas y llevadas a cabo por el oficialismo.
Ya el presidente Luis Abinader ha adelantado que se trabajará con dos proyectos considerados como pilares; ellos son, el constitucional y el fiscal, iniciativas que podrían ser aprobadas sin dificultades debido al dominio oficial en el Congreso, no obstante, el ejecutivo decidió socializar con los sectores económicos, políticos y sociales.
El propósito del estadista en la eventual modificación constitucional es colocarle un “candado” a la reelección, para que se mantenga la prohibición presidencial más allá de un segundo período consecutivo, en tanto que con la reforma fiscal persigue seguir avanzando en la mejoría de la calidad de vida de los sectores más necesitados y que de manera irresponsable había sido postergada por el pasado mandatario.
En definitiva, el éxito estará determinado por la habilidad para navegar en aguas políticas con mucha sabiduría, construyendo espacios de diálogo en un panorama marcado por la diversidad de intereses y visiones diversas.
De hecho, el reelecto presidente de la República ha manifestado de manera coherente, atinada y oportuna que su objetivo para el cuatrenio (2024/2028), es eliminar la pobreza absoluta y que para lograr esa meta es necesario tomar medidas.
El ejecutivo, con la firmeza que le caracteriza, ha precisado que los recursos provenientes de las disposiciones, estarán orientados a mejorar la salud, la educación, la seguridad ciudadana y otros renglones que son importantes para la mejora de la colectividad de los dominicanos.
No obstante, me atrevería a pronosticar que desde el litoral del partido la Fuerza del Pueblo van a estar al frente bombardeando, de manera irracional, pues estos proyectos, aún no se han presentado a la consideración del Senado y la Cámara de Diputados, quienes tienen la facultad para aprobar o rechazar toda iniciativa de ley.
Este planteamiento lo sustento en el hecho de que aún no se ha dado a conocer oficialmente el alcance del conjunto de reformas proyectadas, y ya existen voces estériles en esa entidad, lo que indica que el leonelismo no ha entendido que los tiempos cambiaron y que la población espera otro tipo de comportamiento de sus actores políticos, que estén sustentados en propuestas.
La verdad es que el país necesita abocarse a estas reformas por la salud y el bienestar de todos los dominicanos, por consiguiente, la responsabilidad de los políticos y la sociedad en sentido general debe ser aunar esfuerzos y voluntades de forma responsable y visionaria para no afectar el aparato productivo nacional.
¡No más postergarciones!