Editorial periódico Camino
Los accidentes de tránsito en el país se están convirtiendo en una epidemia. Sus consecuencias son fatales. El dolor que están dejando en tantas familias no encuentra remedio para curarse. La pérdida de un ser querido a causa de un accidente deja un vacío en el alma de las familias, que en muchos casos ni el tiempo podrá aliviar.
Revisemos por qué estamos ocupando el primer lugar de muertes en el mundo a causa de accidentes de tránsito. ¿Es que hemos perdido el amor a la vida? ¿Por qué tantos jóvenes desafían la muerte, haciendo piruetas y otras acciones temerarias mientras conducen una motocicleta?
Es momento de poner freno a este carnaval de muertes que pudieran evitarse, si hubiera consecuencias para quienes manejan embriagados, drogados, hablando por un celular mientras manejan y a velocidades excesivas, violando con esta conducta lo que dicen las señales de tránsito.
Qué está haciendo la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre DIGESSETT, para impedir las carreras clandestinas de motoristas que se realizan en diversos lugares del país, y que la población conoce donde se hacen, y el dinero que generan en estas competencias. En ellas muchos jóvenes han perdido la vida.
Necesitamos, con urgencia, una campaña nacional de prevención de accidentes de tránsito, donde participen diversos sectores de la vida nacional, entre ellos, medios de comunicación, gremios profesionales, juntas de vecinos, entre otros. También jornadas de educación vial en los centros educativos.
Hemos visto que aplicando sólo la ley a los violadores de las leyes de tránsito no hemos logrado tanto. Las multas por sí solas no resuelven el problema.
Rediseñemos nuevas estrategias que impidan que nuestras calles, autopistas y carreteras sean cementerios cada día. Vamos a defender la vida.