Editorial periódico Camino.
Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo y a la miseria. Así lo expresa el Papa Francisco al describir la realidad que viven millones de seres humanos en el mundo, que buscan en otras naciones la dignidad que les ha sido secuestrada en los países donde nacieron.
Aquí tenemos migrantes de muchas latitudes, siendo la mayor cantidad provenientes del hermano pueblo haitiano. Teniendo claro que los de otras naciones que vienen aquí, reciben un mejor trato.
Nadie puede negar que el Estado tiene el derecho de aplicar las leyes migratorias, pero de ahí a cometer excesos en este procedimiento, va en contra del respeto a los derechos humanos.
Sabemos que nuestro pueblo ha sido generoso y solidario con la situación que sufren los hermanos de nacionalidad haitiana, incluso más que otros países que hace años debieron arrimarel hombro, pasando de la palabra a los hechos, y así contribuir de manera eficaz al desarrollo de un pueblo que merece un mejor destino.
Sin embargo, estos gestos fraternos se ven opacados por la actuación de miembros de la Dirección General de Migración, quienes maltratan a los migrantes con prácticas que desdicen de una sociedad civilizada. Se olvidan que su comportamiento está siendo observado, y lo verán en todas partes. Por estas malas acciones nos llegan las condenas internacionales.
Que se detengan estas prácticas. La ley se puede hacer cumplir sin vejámenes ni atropellos.
Somos un pueblo bueno, generoso y hospitalario. Mantengamos siempre este sello de identidad.