Para más agravar sus casos, el entorno familiar tampoco les provee de atención y protección, les niegue la posibilidad de expresarse y hasta de llegar a formular una denuncia.
Uno de los problemas acarreados por esto, y que produce los principales enfrentamientos que tienen que afrontar las víctimas, es cuando la familia no les creen.
Y para más agravar sus casos, el entorno familiar tampoco les provee de atención y protección, les niegue la posibilidad de expresarse y hasta de llegar a formular una denuncia.
Las estadísticas demuestran que hasta junio de este año 2024 ya suman 293 las denuncias que han llegado a la Unidad de Atención a la Violencia de Género y Delitos Sexuales de la Procuraduría General.
El incesto lo explica la especialista en violencia intrafamiliar, Heidy Camilo Hilario, al decir que se trata de “toda interacción de corte y contenido sexual y sensual que se produce dentro de los miembros de una familia”.
Se puede realizar de dos maneras: cuando es de forma consanguínea, es decir, que se comparte un vínculo de sangre, como son las madres, padres, hijos, hermanos o abuelos y de afinidad o afiliación.
También, una interacción con una persona que, aunque no se comparten los vínculos sanguíneos, sí el de afinidad familiar, como padrastros, madrastras, tíos o tías políticas o cuñados. Hasta la fecha, el mes de mayo ha sido en el que más denuncias han sido recibidas por este delito, en total de 71. Sobre el año 2023, mayo fue también el mes cuando más denuncias fueron recibidas, un total de 60.
En 2023 llegaron 508 denuncias a la Unidad de Atención a la Violencia de Género y Delitos Sexuales de la Procuraduría General. Los datos de esta unidad registran las denuncias en 24 zonas del país y Santo Domingo Este encabeza la mayoría de casos, con 295.
Seguido de este está San Cristóbal, con 42; Santiago, 25; Distrito Nacional, 20; Santo Domingo Oeste, 17; Salcedo, 14; Sánchez Ramírez, 13; La Romana, 11; Dajabón, 10; Espaillat, 10; La Vega, 8; San Francisco de Macorís, 8; Puerto Plata, 6; Monseñor Nouel, 5; Higüey, 5; Monte Plata, 5; San Pedro de Macorís, 4; Bahoruco, 3; Punta Cana, 2; Azua, 1; Peravia, 1; Valverde, 1; El Seibo, 1, y Las Matas de Farfán, 1.
Hasta junio de 2024, 18 zonas del país han registrado denuncias y Santo Domingo Este, al igual que en 2023, ha sido el de mayor casos con 177, seguido del Distrito Nacional, con 21; Santo Domingo Oeste, 20; Santiago, 20; Espaillat, 7; Salcedo, 7; San Cristóbal, 6; La Romana, 5; La Vega, 5; Higüey, 4; Puerto Plata, 4; Punta Cana, 3; San Pedro de Macorís, 3; Dajabón, 3; Peravia, 2; El Seibo, 2; Sánchez Ramírez, 2; y Valverde, 2.
Sobre la preferencia de género de los agresores, “las niñas antes eran el marco preferencial, pero ya no tenemos marco preferencial. Estamos hablando que de cada tres niñas abusadas hay dos niños abusados”.
Las edades dependen de la preferencia del ofensor. Hay ofensores sexuales que eligen a menores de cinco años, otros a los menores de diez años, mientras que también existen casos que buscan a los adolescentes.
Las etapas
Este delito inicia con una “fase de selección de la víctima” donde la persona depredadora sexual elige a la víctima en función de lo atractivo que le resulte. La víctima puede ser niño, niña o adolescente, esa elección depende netamente del depredador.
La especialista menciona una segunda fase, la de seducción, donde la persona agresora se acerca al menor. En caso de que sea un miembro de la familia, la aproximación va a ser mucho más fácil porque ya goza de la confianza, admiración, cercanía y de la afectividad del menor-víctima.
Por último está la tercera fase, la de interacción seductora de tipo sexual, Hilario destaca que generalmente empieza con la instauración de la etapa del abuso sexual como tal, que empieza desde la seducción con el intercambio físico.
Esta inicia con el exhibicionismo, en convencer al menor de que no es nada, de que es un secreto, que la acción la hace todo mundo. Normaliza la acción para otras personas, que pasa entre personas que se quieren mucho, que el agresor lo quiere mucho, que es un niño o niña especial y que por eso es esa actividad o tipo de conducta.
Su inicio también incluye la exhibición de los cuerpos, toques, abrazos, besos, sexo oral y “puede o no llegar a la penetración. Muchos ofensores sexuales no penetran a la víctima porque saben que va a darse una señal inequívoca de que algo está sucediendo porque hay evidencias físicas”.
Cuando la familia decide no apoyar a la víctima “el trauma se fija y se complejiza”.
La especialista destaca que si existe una víctima ya con un trauma de abuso, cuando su familia se vuelve en su contra justificando o volviéndose cómplice de la persona abusadora, el trauma se hace mayor, “porque quien me tenía que proteger me está violentando”.
Los daños que causa esto puede incluso romper vínculos familiares con frases como “porque tú no me cuidaste, tú no me protegiste, tú no estuviste conmigo”.
¿cómo detecar a menor que está siendo abusado?
Las señales que los infantes pueden empezar a mostrar está en una conducta extraña que puede ser conducta polar, o sea, que el menor se muestra muy seductor o muy cercano hacia la persona que le está buscando y hacia otras personas.
Existen casos en que el menor de edad puede repetir las conductas que se dan durante el abuso, “es decir que si el abusador toca sus genitales, el menor puede entender que esto lo puede hacer con otras personas”.
Otras señales pueden mostrarse retraídas, con muestras de mucho miedo hacia la persona abusiva, conductas de retraimiento, agresión y a estar más irritable. En otros casos su conducta y discurso se torna sexualizado, muy lejos de su edad cronológica.
intervención psicológica
Para este tipo de casos, la especialista en violencia intrafamiliar menciona que se realiza una intervención familiar psicoterapéutica con especialistas de traumas y especialistas en abuso sexual para trabajar en niños adolescentes y con adultos que fueron víctimas de abuso en su niñez.
Fuente: Listín Diario