POR RAFAEL SANTOS
De verdad que dan pena y vergüenza aquellos que atendiendo la presión internacional de ciertos sectores que no han querido ni quieren entender que somos un país con derecho a escoger el camino que mejor nos convenga y no el derrotero por el que a pasos agigantado nos están llevando.
El caso de la invasión haitiana a nuestro territorio es cada vez más patente. Ya ni siquiera las diferencias se guardan para que los extranjeros entren y salgan del país como ellos quieran. Nos están llevando a un despeñadero en donde los principales culpables serán precisamente aquellos que unido a esos sectores que propugnan por la unión de la isla no pierden ni un segundo de su tiempo para junto a las autoridades profundizar aún más el problema que con el paso de los días, se convierten en un terrible dolor de cabeza para esta media isla que está siendo seriamente amenazada con la desaparición de su cultura.
Quienes desde los medios de comunicación y por qué no, desde las diferentes trincheras nacionales han estado apostando a la unidad dominicana con el pueblo haitiano, al parecer se le está olvidando que somos una nación con una cultura diametralmente opuesta a la de nuestros vecinos; con características muy distante que ni por asomo podríamos pensar en unir estos dos países como es el sueño de ciertas naciones que, repetimos, unidas a un poderoso sector dentro de la jerarquía católica, medios de comunicación, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y hasta con la complicidad de un sector político dominicano azuzan cada vez más a los extranjeros para que se asienten en esta parte de la isla.
Definitivamente, estamos ante una situación de extremo peligro, las autoridades al parecer no se han enterado que por culpa de otras naciones, la historia contemporánea recoge uno de los episodios más sangriento del pasado siglo ocurrido en la región africana conocido como “El genocidio de Ruanda” en donde la población Tutsis con el gobierno Hutu de Rwanda protagonizaron el exterminio en el 1994 de más del 75 por ciento de la población Tutsis, todo esto por aquellas naciones, algunas de ellas comprometidas hasta los tuétanos con nuestro caso.
A quienes propugnan por la unidad de los pueblos haitianos y dominicanos, les recomendamos que vean las películas “Hotel Ruanda”, drama histórico dirigido en 2004 por Terry George, co-escrita junto a Keir Pearson, y protagonizada por Don Cheadle y Sophie Okonedo en los papeles principales y la otra es “Algunas veces en abril” la cual narra la terrible historia del soldado del ejército Rwandés Agustín Muganza y su familia durante esos cruentos días en la ciudad africana de Kigali.
Quienes se crean que a través de los diferentes medios en donde interactuamos estamos promoviendo el odio hacia los vecinos haitianos, les decimos que se bajen de esa nube, que lo que más bien estamos haciendo a través del libre ejercicio de la comunicación, es alertando sobre un gran problemas en el cual sectores muy poderosos en términos políticos y económicos tanto dentro como fuera de aquí, han estado promoviendo de manera soterrada en un principio, aunque ahora no, la unidad de las dos naciones.
A esos sectores y al país les digo, que si esta invasión de la que estamos siendo objeto no para, muchos lloraremos lágrimas de sangre cuando nuestros vecinos comiencen a tomar posesiones de nuestras pertenencias y cuando se conviertan en términos numéricos en amenazas para dirigir los ayuntamientos y el Congreso Nacional; fíjense que en nuestros hospitales las grandes cantidades de mujeres parturientas haitianas es un lucrativo negocio para ciertos jureles y desde ya se discute en términos institucionales el dotar de apellidos a los niños haitianos que deambulen por nuestras calles.
Definitivamente estamos ante una terrible amenaza, que de las autoridades no poner el verdadero empeño para solucionar este mal, en un abrir y cerrar de ojos, a Republica Dominicana se le podría cambiar hasta el nombre y nosotros pasar a ser esclavo de los que ya no son visitantes.
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