Opinión

Consternados

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Rep. Dom. -Los constantes hechos de violencia que están ocurriendo en nuestro país, nos indican que estamos viviendo en una sociedad enferma, y muy grave. Las señales de un deterioro angustiante son evidentes.

Estamos en presencia de escenas escalofriantes, tormentosas y perversas. Hay hogares que son un infierno. Vamos por caminos equivocados.

Ante esta situación, ¿qué estamos haciendo para detener la barbarie? El tiempo apremia y la respuesta para transformar estos signos de muerte, en vida, no espera más. La crisis en las relaciones humanas está al borde del abismo, en un segmento importante de la población. Tenemos que despertar de esta pesadilla que se hace presente en diversos puntos de la geografía nacional.

Los hechos trágicos y sádicos compiten cada día en magnitud. Nos despertamos cada mañana con noticias de muertes violentas, y el día continúa con otros hechos desgarradores.

Para algunos, el respeto a la vida ajena es una quimera. Tenemos personas que violentan todas las normas y principios que debe albergar un ser humano. Se han convertido en fieras. No les importa el dolor y la angustia que provocan en los demás.

Lo más lamentable de esta situación es mirar que los principales protagonistas de estos actos salvajes son jóvenes que perdieron el rumbo de su vida. Hacer daño es la rutina por donde transcurren sus días.

Dominicanos, y dominicanas, es hora de comenzar una cruzada nacional contra la violencia intrafamiliar y social, que están echando raíces en tantos hogares y comunidades. En esta misión los medios de comunicación podemos jugar un papel importante, cuidándonos de no hacer de los malhechores figuras mediáticas.

Es función de las autoridades buscar los mecanismos eficaces para frenar la delincuencia en todas sus vertientes. Que ningún acto delictivo quede impune.

Debemos promover las iniciativas positivas que nacen en nuestras comunidades, las cuales son como faro de luz en medio de la oscuridad social que padecemos.

Padres y madres tienen la delicada tarea de inculcar en sus hijos los valores que dan sentido a nuestra existencia.
Llenemos a nuestros jóvenes de ideales nobles, y así evitaremos que otros los conviertan en giñapos humanos.

Evitemos permanecer indiferentes frente a tanta maldad que nos arropa.

Construyamos un país mejor. Que el amor, la justicia, la paz y la concordia triunfen sobre el odio y la venganza. Sólo así tendremos una República Dominicana como la soñaron nuestros libertadores.

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