Opinión

El maestro y los 12 apóstoles del PLD

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Por. Andrés Bonilla

A propósito de la celebración en esta época de la Semana Santa, cabe recordar que la tradición cristiana nos ha enseñado que Jesús seleccionó al azar 12 apóstoles o discípulos que le seguían y le acompañaron en su obra espiritual, la cual tenía como base fundamental liberarnos del mal y servir a los indefensos.

Ciertamente existían contradicciones entre los discípulos de la figura más influyente del cristianismo, pero no fue necesario hacer cuestionmientos sobre el origen de sus fortunas, pues las fortunas de estos era espiritual y no económica como ocurre en los actuales momentos, donde el afán por el dinero y el poder político lo domina todo.

Tampoco fue necesario realizar algún tipo de investigación sobre la inversión realizada para la construcción del denominado Templo de Jerusalén, porque en aquella época la ambición tenía otra característica. En los tiempos del denominado hijo del hombre no existían firmas como la constructora brasileña Odebrecht, la cual pagó un soborno de 92 millones de dólares a funcionarios, legisladores y empresarios dominicanos para lograr la aprobación de contratos para la construcción de varias obras en el país.

En la era cristina no se cuestionaba si algún dirigente político fue nombrado como Secretario sin Caretera con un salario de 250 mil pesos mensual sin trabajar, o si Estados Unidos canceló o no la visa Norteamericana a tal o cual funcionario o legislar por la comisión de irregularidades en el desempeño de sus funciones.

Con un poco más de la sabiduría divina, de amor al próximo y de responsabilidad gubernamental en estos momentos no tuviéramos sirviendole al país, desde el gobierno, a un hombre que duró cuatro años sin pagar el servicio de luz, ni a un legislador activo que desconoce a cuanto asciende el monto de su patrimonio.

Simón, Tomás y Pedro son sólo tres de los seguidores de Jesús, quienes al igual que los restantes nueve discípulos, recibieron instrucciones del enviado de Dios a la tierra para hacer el bien, sirvir a los humildes, a los indefensos, a los enfermos y a todos aquellos que necesitaban la bondad divina.

Sin ánimo de poner en tela de juicio o de hacer algún tipo de criticas a su labor evangelizadora, como el maestro instruyó a sus discípulos para hacer el bien en su nombre y alejarse del mar, también debió instruir a nuestro mandatario y a sus subalternos para que hagan lo mismo, y de esa forma evitar tantos escándalos de corrupción en un país con tan elevados niveles de pobreza.

Si la clase gobernante dominicana se preocupara por servir a los demás de forma bondadosa y respetando el derecho de cada quien como lo hizo el maestro, probablemente hoy tuviéramos con nosotros al catedrático universitario Yoniol Ramírez, tuviéramos mayor claridad en el proceso de licitación para la construcción de la termoeléctrica Punta Catalina, y también tuviéramos un país con mayor seguridad ciudadana.

Bajo ninguna circunstancia se puede esperar o pedir a presidente Medina hacer milagros para la solución de los problemas que afectan al país, pero es su responsabilidad velar por la transparencia de sus discípulos, de modo que aquel que incurra en la comisión de irregularidades sea sancionado en consonancia con la gravedad de el ilícito cometido.

La celebración de la Semana Santa debe servir de reflexión al gobierno en pleno sobre la necesidad de transparentar el manejo de la cosa pública, y a la población para que al momento de acudir a las urnas a elegir las nuevas autoridades durante la celebración de las elecciones en el año 2020 emita un voto de conciencia, que permita llevar al poder hombres y mujeres interesados en un nación menos traumática.

 

 

 

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