“El fiscal general ha pedido a los 46 fiscales de Estados Unidos, cuyo nombramiento depende del presidente, que presenten sus dimisiones para asegurar una transición uniforme”, indicó en un breve comunicado la portavoz del Departamento de Justicia, Sarah Isgur Flores.
Estados Unidos se divide territorialmente, en términos judiciales, en 94 distritos, que cuentan con un fiscal nombrado por el presidente por recomendación de un senador.
Es tradición que los fiscales pongan su puesto a disposición del nuevo mandatario y, por eso, muchos de los fiscales nombrados por Obama abandonaron su cargo tras la toma de posesión de Donald Trump como presidente el 20 de enero, aunque 46 fiscales se mantuvieron en activo hasta ahora.
Hasta que los nuevos fiscales sean confirmados, los fiscales de carrera ocuparán su lugar y se dedicarán a investigar y procesar a los criminales acusados de crímenes violentos, detalló Flores en su comunicado.
El Gobierno de Obama permitió que fiscales nombrados por el presidente George W. Bush (2001-2009) se mantuvieran en su puesto hasta que se designara a una persona para reemplazarlos.