A 57 años muerte de Trujillo, RD vive en libertad y auge económico pero con quejas de inseguridad y corrupción
Rep. Dom.- Con la muerte del presidente Rafael Leónidas Trujillo, el 30 de mayo de 1961, en la avenida George Washington cuando se dirigía a San Cristóbal, el pueblo dominicano puso fin una de las dictaduras más férreas del siglo XX, de acuerdo a historiadores.
Al arribar este jueves al 57 aniversario del ajusticiamiento de “El Jefe”, el país se encuentra con un sostenido crecimiento económico y en un clima de respeto a las libertades públicas, pero bajo serios cuestionamientos sobre la seguridad ciudadana y la corrupción administrativa, entre otros factores.
Esa situación ha provocado el surgimiento de apologistas de esa funesta era, que soslayan los graves males que la caracterizaron, como los numerosos asesinatos de opositores al régimen y el imperio del terror en todas sus manifestaciones, ante lo que consideran grandes bondades de esa época, como el pago de la deuda externa, la solidez de la moneda, la construcción de importantes obras de infraestructura y la eficiencia en la mayoría de los servicios públicos.
En medio de esa diatriba, ha surgido un nieto del tirano, Luis José Ramfis Domínguez Trujillo, ya candidato a la Presidencia por un partido, quien promete “mano dura sin dictadura”, y hace énfasis en la necesidad de ponerle coto a lo que denomina como invasión haitiana y la corrupción administrativa, como una forma de dotar a los dominicanos de una vida más próspera y digna.
Sus opositores, sin embargo, llegan inclusive a negarle el derecho a optar por la primera magistratura del Estado, y lo califican como “un charlatán”, a quien vinculan a pasados actos de corrupción tanto de su familia como suyos propios, además de ser prácticamente un extraño, pues alegan que no ha residido en el país.
Pero en medio de esos dimes y diretes, en los que tanto los unos como los otros esgrimen argumentos que consideran sólidos para defender sus respectivas posiciones, hay hechos irrefutables e incontrovertible sobre una de las dictaduras consideradas más férreas y sangrientas, que marcó a varias generaciones de la República Dominicana y mereció el repudio de la mayoría de los países y organismos internacionales.
Por esas últimas razones, esa fecha del 30 de mayo de 1961 es considerada como el inicio de la liberación del pueblo que estuvo por más de tres décadas en un Estado caracterizado por la conculcación de las libertades civiles mediante la represión sangrienta, el culto a la personalidad del gobernante y el anticomunismo.
No obstante, para llegar al estado actual de las cosas, en el que se celebran elecciones periódicamente para elegir las autoridades del país, se tuvo que atravesar por una serie de penurias y traumas como la sucesión de golpes de Estado, incluyendo el que derrocó al presidente democráticamente elegido, profesor Juan Bosch, en septiembre del 1963 y la Revolución de Abril de 1965, que enfrentó a hermanos dominicanos y provocó la intervención de marines de los Estados Unidos de América.
La tiranía, conocida como la “Era de Trujillo” tuvo más sombras que luces, según estudiosos de la historia y de aquellos que la padecieron.
Economía durante y después de Trujillo
Los 31 años del régimen totalitario de “El Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva”, como se hacía llamar, marcaron significativamente la vida social, política y económica de República Dominicana.
La economía de aquella época se centraba básicamente en las labores agrícolas y las industrias “todas” en poder del Gobierno, en donde nada se realizaba sin el consentimiento del tirano.
De acuerdo a la economista experta en Mercado de Capitales, Clara González, la economía del país durante la dictadura de Trujillo estuvo dominada por un ambiente político y social crítico, en donde las aduanas dominicanas se encontraban intervenidas por las fuerzas norteamericanas.
En relación con el pago de la deuda externa en 1947, González resaltó que “El Generalísimo” negoció los plazos de vencimiento de la deuda, extendiéndolos para poder darle “un respiro a las finanzas públicas realmente afectadas”, y poder cumplir en mejores condiciones con los tenedores de bonos en los mercados internacionales, en medio de fuertes presiones políticas.
“Sin embargo, esta estrategia conllevó convertir la deuda externa en deuda interna, pues no contaba ni con la liquidez ni con los flujos de ingresos necesarios para cumplir con estos compromisos. Lo que al final resultó en un mayor costo en pagos de intereses por concepto de deuda con los acreedores dominicanos”, manifestó.
González destacó que este hecho se da en media década de la depresión, la caída de la Bolsa de Valores de NYC, sumado a los estragos de la naturaleza causados por el ciclón San Zenón, el 30 de septiembre de 1930, recién arribado Trujillo al poder.
Asimismo, hay quienes señalan que la abolición de la convención de 1907 y el 24 de septiembre de 1940 con la firma del tratado Trujillo-Hull, constituyó el comienzo del rescate de la soberanía económica. Trujillo terminó de pagar la deuda externa el 14 de julio de 1947.
Tras ese paso, Trujillo creó el Banco Central de la República Dominicana, el peso dominicano, a la par del dólar; el Banco Agrícola e inició un proceso de reconstrucción de la economía del país.
Pese a que la experta en mercado de capitales indica que no es apropiado comparar dos momentos históricos con entornos económicos diferentes, aseguró que en la actualidad este sector en términos reales crece sostenidamente con estabilidad de precios, así como el clima social y político están controlados, lo que a su juicio aporta confianza y seguridad para la inversión.
La economista puntualizó que, en términos de deuda externa, hoy los bonos globales dominicanos expresados en pesos o dólares son demandados por los inversionistas y el país “se da el lujo” de colocarlos en las mejores condiciones de tasa y plazo, lo que asevera demuestra que existe un “apetito” por la deuda dominicana valorada en base al riesgo.
De igual forma, muestra que las calificadoras internacionales hablan positivamente del manejo de las finanzas publica en los últimos años.
“Trujillo hizo lo que pudo para sanear las finanzas públicas, pero al cabo de 57 años el país cambio para mucho mejor”, puntualizó la también conductora del programa “Econométrica” que se transmite por El Nuevo Diario TV los martes y jueves a las 6: 00 PM.
No obstante, estos avances en la economía dominicana no fueron suficientes para borrar de la memoria aquella férrea dictadura que derramó tanta sangre y que dejó “una marca imborrable” en la conciencia nacional y, particularmente, en familiares de las víctimas y ciudadanos de aquella época.
Motivo por la que muchos coinciden con la frase del poeta, dramaturgo y novelista español, Salvador Espriu (1913-1985): “En ocasiones es preciso que un hombre muera para que viva todo un pueblo, pero nunca que un pueblo muera para que sobreviva un sólo hombre”.
Sobre el hecho
El ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo significó la victoria de un complot tejido en el seno de varias de las más influyentes familias dominicanas, hartas de los excesos del régimen del tirano, según datos del portal EDUCANDO.
Los integrantes del complot: Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barreras, Antonio de la Maza, Huáscar Tejeda, teniente Amado García Guerrero, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño y Luis Manuel (Tunti) Cáceres Michel. Estos pusieran en práctica el complot para ajusticiar al sátrapa, que murió tiroteado cuando al ser interceptado el automóvil en que viajaba rumbo a San Cristóbal, en la hoy avenida 30 de Mayo.
Aunque el plan cumplió con su objetivo primordial, no fue del todo perfecto, ya que después de conocerse la noticia de que el dictador estaba muerto, sus esbirros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y otros organismos de represión, se lanzaron a buscar pistas y encontraron a casi todos los que, de una forma u otra, participaron en el ajusticiamiento, a quienes dieron muerte de una forma cruenta.