Contrario a lo que se imaginaba, el cambio más evidente de las estrategias de campaña se dio este domingo en la de Bolsonaro, un capitán de la reserva del Ejército, nostálgico de la dictadura (1964-1985), que incluyó un carácter más humano a sus mensajes y se mostró amigo de la población homosexual.
Por su parte, la estrategia de Haddad, candidato del socialista Partido de los Trabajadores (PT), se enfocó en fortalecer su actividad en las calles de diferentes regiones de Sao Paulo, donde le conocen más por haber sido su alcalde, pero también porque es la ciudad más rica, industrializada y poblada del país.
No obstante, ambos candidatos endurecieron los mensajes de la propaganda electoral gratuita que se transmite por radio y televisión.
Bolsonaro, quien lidera con un 58 % los favoritismos para la segunda vuelta, según encuesta de Datafolha, escudado en los cuidados que debe tener después de haberse recuperado de una puñalada de la que fue víctima en un mitin, continúa dirigiendo la campaña presidencial desde su casa, a través de las redes sociales y evita participar en debates y actividades públicas.
Este domingo, el candidato de ultraderecha, conocido por sus manifestaciones homófobas, machistas y racistas, sorprendió con la divulgación de un vídeo en el que defendió la opción de género de cada quien y en el que recibió el efusivo apoyo de un reconocido maquillador homosexual de la farándula brasileña.
El ultraderechista aprovechó la debilidad que hoy envuelve a Haddad por ser el representante del PT y a quien se reconoce como el candidato que actúa a la sombra del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, por haberle sucedido cuando éste quedó inhabilitado por estar preso y condenado a 12 años por corrupción, y en uno de los mensajes advirtió sobre la necesidad de conocer quién está detrás de los candidatos.
Además de Lula, el mensaje de Bolsonaro menciona a la expresidenta, Dilma Rousseff, destituida de su cargo a través de un juicio político; a Maduro, como dirigente de una Venezuela en crisis apoyado y reconocido por el PT, y a José Dirceu, quien fuera la mano derecha de Lula durante su Gobierno.
La estrategia de Haddad, quien cuenta con el 42 % de los apoyos para la segunda vuelta, tuvo un drástico cambio de imagen desde la semana pasada en la procura de alejarse de la sombra de Lula y acercarse a los votos de los candidatos de centro que están indecisos.
Así las cosas, además de cortarse el pelo para lucir más ejecutivo, retiró de su logo el rojo característico del PT y la imagen de Lula y agregó los colores tradicionales de la bandera de Brasil: amarillo, azul y verde.
Como parte de esa estrategia, el candidato socialista centró su actividad en Sao Paulo, donde ha enfocado las actividades de los últimos tres días con seguidores de la Iglesia católica, jóvenes y personas en condición de discapacidad.
Haddad también reforzó su campaña en las redes sociales, y a dos semanas para el balotaje presidencial, este domingo subió un vídeo en Twitter donde recordó el compromiso de garantizar trabajo y educación y en el que invitó a que lo siguieran aquellos que estuvieran a favor de la democracia y “en contra de la dictadura, la tortura” y “la cultura de la violación”.
El tono del candidato del PT fue más fuerte en los mensajes de la propaganda electoral en radio y televisión donde recordó que en las más de dos décadas en las que Bolsonaro fue parlamentario votó contra los derechos laborales y contra programas sociales tan importantes como el de Bolsa Familia, un programa de subsidios y ayudas financieras para la población más necesitada.