Por: Luis Cordova
El presente año ha constituido cambio y avance para la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED), tanto en el formalismo institucional como en el alcance de objetivos.
Muchas son las aguas caídas, las páginas escritas y los calendarios acumulados desde el 5 de abril de 1962, cuando en Santo Domingo, Salvador Pittaluga Nivar, Rafael Molina Morillo, Emilio Rodríguez Demorizi, Julio César Martínez, Rafael Herrera, Germán Emilio Ornes, entre otros intelectuales, crearan la entonces llamada “Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores” (ADPE).
Esa idea es hoy el más prestigioso colectivo de cultores de las letras nacionales y creadores de opinión, venida de un momento histórico en el que reunirse era sinónimo de desafío y “lo dominicano” sufría embestidas de ideologización. Creyeron que el futuro sería mejor que su presente, por eso hoy nos inclinamos reverentes ante la permanencia y consolidación que constituye la Asociación y su galardón, los premios “Caonabo de Oro”, el más significativo reconocimiento a escritores y periodistas en la República Dominicana.
Es por eso que cada entrega renueva la fe y el amor por la cultura. Su actual presidente el escritor e intelectual José Gómez Cerda, ha venido desarrollando una intensa agenda de trabajo por gran parte del país. Un esfuerzo admirable multiplicador de ideas novedosas como la de crear una Escuela de Escritores, la próxima edición de un libro sobre Los Premios Caonabo de Oro, la publicación de la Revista Digital “Periodistas Y Escritores” y la agenda programática y de acción con el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), y con la Asociación Dominicana de prensa de Turismo (ADOMPRETUR), entre otros pasos que demuestra el gran trecho recorrido bajo la dirección de Gómez Cerda.
Merece una especial mención la adecuación a la normativa legal vigente con un nuevo estatuto orgánico, la apertura de seccionales en Santiago y San Pedro de Macorís, la nueva imagen institucional y el cambio de nombre, una agenda amplia que fue esboza a grandes trazos en sus palabras de apertura en el acto de premiación de la edición 2018.
Con gran entusiasmo asistimos a este evento, majestuosamente montado con el auspicio de la empresa Total Dominicana. La seccional Santiago de la ASEPED estuvo representada por los miembros de su directiva: el escritor Andrés Acevedo y el periodista Esteban Rosario y por nosotros que coordinamos los trabajos en Santiago. Nos acompañó el amigo y activista cultural Edito Díaz.
La ceremonia celebrada en la Sala de la Cultura Aída Bonnelly, del Teatro Nacional, congregó a un grupo de intelectuales del más alto nivel que aplaudieron a las escritoras Julia Álvarez y Jeannette Miller, así como al periodista Ramón Colombo, reconocidos con justedad en esta edición y presentados entre íntimas anécdotas y densas ponderaciones de sus trayectorias por Juan Tomás Tavares, Iván García Guerra y Diógenes Céspedes.
El afán por una mejor nación vía el desarrollo de un mayor nivel de lectoría del pueblo dominicano y de mejoras constantes en las producciones literarias y científicas de los hijos de Quisqueya, ese espíritu sigue intacto, pero la dialéctica los tocas para mutatis mutandis seguir existiendo, alimentando la matrícula de sus miembros.
Hoy aplaudimos una dinámica interesante que conlleva la apertura de seccionales en las provincias con el objetivo de identificar escritores, unir sus voces, sus textos y tender puentes de creatividad y proyección de los trabajos intelectuales, nos esperanzamos en una próxima apertura de la primera Escuela de Escritores y en la certeza de que por muchos años más seguirá perenne la Asociación y su premio, su buena reputación y las ansias de buenos dominicanos por lograr el reconocimiento de un cacique Caonabo que lanza en ristre vence el tiempo y la desmemoria horrando a un Joaquín Priego que se hace eterno en la estatuilla que convierte a cada galardonado en un caonabista.