Opinión

El 2018 cultural: celebración y dolor en la Ciudad Corazón

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Por Luis Córdova.

Rep. Dom. -En especial para estas épocas decembrinas uno mira la vida como si fuera una extensa pieza de jazz: con momentos vibrantes, jubilosa fusión de todos los instrumentos, a veces el solo se hace preciso y en otras es suficiente cuerdas o piano. En cualquier caso están los bemoles, es cierto, pero también el disfrute que viene en el tiempo, a la distancia de los años.

Deberán pasar muchos para comprender los golpes que, en lo personal, nos ha dado este 2018 tanto a quien esto escribe como muchos gestores culturales del país. Pero del tamaño de esa pena se hablará luego, hay otro inventario que estos días finales demandan con atención, antes de seguir perdiendo la memoria.

Desde Santiago una nueva institución irrumpió la dinámica cultural de la República, nos referimos a la apertura del Centro de Convenciones y Cultura Dominicana UTESA, una majestuosa edificación que aloja un museo que recoge la historia dominicana através de la evolución de las provincias; una escuela de artes, talleres creativos y área de artesanía, sala de cine, biblioteca, varias salas de exposiciones temporales además de la disponibilidad de espacios para eventos empresariales y sociales, que están llamados a convertirlo en referente de la oferta cultural, compartiendo además las instalaciones del canal televisivo y estación radial, Radio Visión Educativa RVE.

Es significativo el número de actividades del que ha sido sede: exposiciones individuales y colectivas, proyecciones audiovisuales y eventos como conciertos y recitales. Este Centro de Convenciones y Cultura Dominicana UTESA, está enmarcado en su concepción y origen en los principios institucionales de la Universidad Tecnológica de Santiago, asumiendo una filosofía institucional apegada al respeto y la promoción de los valores democráticos.

La realización del Festival Internacional de los Artistas ArteVivo, alcanza mayoría de edad con su edición número 18. Esta vez el invitado internacional fue el cantautor cubano Amaury Pérez. Conciertos, exposiciones, folclore, espontaneidad y las expresiones de quienes asumen con libertad el arte y la cultura, se vivió durante más de una semana en las actividades que estuvieron concentradas en Casa de Arte, Inc., entidad sede del Festival, que agrupa a quienes encabezados por Fernando Cabrera, hacen posible que Santiago de los Caballeros, se convierta en “capital cultural del país” durante su realización.

En Santiago fue abierta la seccional de la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED). También la realización del 27 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes y los 15 años del Centro León generaron interés en el público cultural de la ciudad, mientras la Alcaldía de Santiago continuó con la ejecución de murales por las paredes del entorno del centro histórico de la ciudad.

El jazz y el teatro son las manifestaciones que mantienen mayor consolidación en eventos puntuales que merecen atención especial, como son la permanencia de los Lunes de Jazz que coordina el músico Cuquín Curiel y el calendario permanente de montajes que desde La 37 por las Tablas promueve su directora María Ligia Grullón constituyendo una alternativa cultural importante para el Cibao y el país,.

La denuncia del deterioro de las edificaciones del Ministerio de Cultura, en especial la del emblemático y otrora majestuoso Centro de la Cultura de Santiago Señorita Ercilia Pepín, junto a la reiteración de las fallas estructurales del Gran Teatro del Cibao, no sorprendieron a artistas, diletantes, gestores y público en general. Ante los ojos de la ciudad, y gran parte del país, se desploma la estructura física y cae en una inexplicable inercia la promoción de eventos de trascendencia en la plaza de la ciudad corazón.

Nuevos retos se asoman con el año que está por venir y uno de ellos, sin dudas, es la reinvención de la gestión.

Desde litoral gubernamental el 2018 tuvo la particularidad de tener tres directores provinciales en la Regional Norte del Ministerio de Cultura. Máximo Vega, quien desde finales del año pasado había comunicado a sus más cercanos su posible renuncia, terminó materializándola en los primeros días de este año. Sería sustituido por el teatrista Lincoln López, quien permanecería en su cargo poco más de siete meses, siendo relevado por el también hombre de las tablas José Núñez.

Con estos hombres de la cultura se cumple, lo que ha sido una constante: cuando cambian un Ministro es nombrado un nuevo director en Santiago. Núñez ha despertado entusiasmo junto a su equipo, en gran medida porque es conocido por su persistencia en el trabajo hasta lograr objetivos concretos. Merece tiempo y ojalá que se enfoque en la necesaria integración del sector para ubicar permanentemente a Santiago en el mapa cultural.

Este 2018 también nos golpeó. El más grande critico de la plástica dominicana, el enciclopedista, artista y gestor cultural, Danilo de los Santos, se marchó. Pocas veces es tan cierta la palabra “pérdida” pera nombrar una muerte. Danicel, en plena faena diaria de escritor y reinventándose como creador visual, nos dejó sin adioses. Su trabajo es monumental. Este mismo año dio a conocer su poemario “Versus de manos”, acaso la despedida de cómo quiso ser recordado: sincero, franco y llamo. Un ser humano extraordinario, insustituible. Su mayor legado es la solidaridad, ya veremos si somos capaces de abrazarnos en honor a su memoria.

Otra inesperada muerte fue la del pintor Claudio Pacheco. Dueño de un mundo particular de colores caribeños, de un quijote y marchantas que cuelgan de incontables paredes, porque tras cada cuadro suyo hay una anécdota diluida en los alcoholes de la bohemia. Aunque menos conocido, por su participación constante en las actividades culturales nos sacude la partida de Gustavo Briso. Un amigo entrañable de la lectura y la dinámica cultural de su ciudad vinculado a Casa de Arte y a la Alianza Cibaeña, Inc.

Tan extensa como antojadiza, la memoria transcurre. Todo parece suceder como si en el fondo continuaran las notas de un jazz vital con las que iniciamos este texto. Hay fragmentos del concierto que en definitiva no nos gustan, pero es parte del “todo” de la pieza. Aunque a ratos no se comprenda, entre celebración y dolor, al final se espera el aplauso del tiempo. Esperamos.

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