Por Semanario Católico Camino.
La ruptura del diálogo entre el Gobierno, los empresarios y los trabajadores nos preocupa. Siempre hemos escuchado, y así lo creemos, que hablando la gente se entiende. Sin embargo, para que esta sentencia sea real es imprescindible que no haya imposición de una parte, y que los acuerdos sean para avanzar en busca del bien común.
Mirando esta situación encontramos que en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, número 329 se precisa:
“Las riquezas realizan su función de servicio al hombre cuando son destinadas a producir beneficios para los demás y para la sociedad”. “Las riquezas son un bien que viene de Dios: quien lo posee lo debe usar y hacer circular, de manera que también los necesitados puedan gozar de él; el mal se encuentra en el apego desordenado a las riquezas, en el deseo de acapararlas”.
“El rico, dirá más tarde San Gregorio Magno, no es sino un administrador de lo que posee; dar lo necesario a quien carece de ello es una obra que hay que cumplir con humildad, porque los bienes no pertenecen a quien los distribuye.
Quien tiene las riquezas sólo para sí no es inocente; darlas a quien tiene necesidad significa pagar una deuda”.
Esperamos que no se rompa la paz social. Los derechos adquiridos para alcanzar la dignidad de los hombres y mujeres de nuestro país no deben ser aniquilados.
Al contrario, todo lo que se haga en bien de una mayor justicia social, nos llevará a nuevos estadios de progreso.