Opinión

Por respeto al ser Humano restablezcamos el Instituto de Dignidad Humana

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Para el mes de agosto del 2015, publiqué un artículo en el que solicitaba el reforzamiento del Instituto de Dignidad Humana de la Policía Nacional (IDIH) y solicitaba eso, a raíz de unos hechos bochornosos en que se habían envuelto varios agentes de la Policía Nacional.

En ese artículo daba cuenta que la Policía Nacional, desde febrero del 2001, contaba con el Instituto de Dignidad Humana, (IDIH), que formaba y transforma sus hombres. Aseguraba que no es el mismo policía el que entraba el lunes recibía las instrucciones y la formación impartida, que el policía que salía el viernes de las aulas del IDIH.

Exclama: ¡Que había que vivir esto! Aseguraba que era un clamor de todo el que transita esa jornada, el que se llevaran a la misma, a todos sus hermanos uniformados o no, y sin importar el rango.

Explicaba también que allí, se provocaba una reflexión sobre la dignidad Humana, el respeto de las garantías fundamentales, el valor que tiene el propio miembro de la policía, la necesidad y la importancia que para la sociedad tiene la institución, el valor del respeto y auto respeto, el debido proceso, y que estos eran tratados a profundidad durante cinco días, una semana completa con los miembros de la institución policial.

Expresé en aquella ocasión, que pensaba que no ha habido mejor momento que ese, para reforzar al IDIH, y para que el Instituto haga lo suyo acercándose a la comunidad, escuela, Sociedad de Padres y Amigos, a los estudiantes en el aula, a las juntas de vecinos y hacer alianzas estratégicas con instituciones como el Defensor del Pueblo, el Ministerio de Educación y IDEICE o Centro Persona.

Sin embargo, para mi sorpresa, en vez de reforzar al IDIH, la alta Dirección de la Policía o el Consejo Superior, decidió cerrar ese Instituto. ¡Increíble¡, pero así fue. Se alegó que el Instituto Policial de Educación (IPE), conforme a la ley 590-16, debía asumir esas funciones o sea lo desconcentrado había que volverlo a concentrar como algo más y con menos recursos e importancia.

Quizás los recursos destinados para que este instituto operara, se requirieron para otra cosa. Recuerdo una expresión del entonces director quien dijo: “Siento tristeza, no es que nos relevan o nos trasladan, es que nos han derrumbado la casa encima” Eso le salió del alma y la forma en que lo dijo, hizo que los ojos de muchos de los presentes como camaleón, asumieran lo rojo de los ojos de él
Vuelvo y digo: ¡increíble!, y lo es, porque quien conociera a fondo lo que se hacia allí, realmente viviéndolo, jamás se le hubiese ocurrido plantear su disolución. Pero el dolor ajeno no quita sueño. Y más increíble es y seguirá siendo, porque el instituto es del 2001. Con él se adelantó a los tiempos el reconocimiento de la trascendencia de la dignidad humana. Esta fue valorada antes de que se pensara siquiera en re reforma constitucional del 2010 y en consecuencia el instituto era anterior al Tribunal Constitucional y los demás órganos que vieron la luz después de esta constitución.

Para el 2010, la dignidad humana, su respeto y fundamentos adquieren una dimensión tal que desde el preámbulo de la Constitución se perfiló como la base de todo su contenido, pues este establece que: “Nosotros…; regidos por los valores supremos y los principios fundamentales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad, el imperio de la ley, la justicia, la solidaridad, la convivencia fraterna, el bienestar social, el equilibrio ecológico, el progreso y la paz, factores esenciales para la cohesión social; declaramos nuestra voluntad de promover la unidad de la Nación dominicana…”
Entre lo proclamado está el artículo 5, que dispone que La Constitución se fundamenta en el respeto a la dignidad humana y en la indisoluble unidad de la Nación, patria común de todos los dominicanos y dominicanas. O sea que el fundamento, su base, está sobre el respeto de la dignidad humana equiparable sólo a la indisoluble unidad de la Nación. ¡Que no es poca cosa!
Pero tampoco ahí termina la cosa, ya que el artículo 7, dispone clara y contundentemente que la República Dominicana es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de República unitaria, fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos. Aquí vuelve la dignidad a tomar el primer plano, como lo hace en el artículo subsiguiente; o sea, en 8 cuando dispone: que la función esencial del Estado es la protección efectiva de los derechos de la persona, el respeto de su dignidad .

La dignidad humana vuelve a reafirmarse en la Constitución, ahora como un derecho fundamental después del derecho a la vida. Así la encontramos en el artículo 38 que establece: “El Estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona y se organiza para la protección real y efectiva de los derechos fundamentales que le son inherentes. La dignidad del ser humano es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos”.

Supongo, que ya nadie tiene dudas del sitial que la Dignidad Humana tiene en nuestro máximo ordenamiento. Siendo así, usted dirá conmigo que es increíble que a alguien se le haya ocurrido disolver una institución como el IDIH. Bien…, pero después del palo dado…
En otros de mis artículos destacaba que era una paradoja que solo el IDIH o sea la Policía Nacional y el INSUDE que es lo mismo que decir, el Ministerio de Defensa, fueran las únicas instituciones que formaran en derechos humanos.
Hoy el Defensor del Pueblo está llevando formación extracurricular a estudiantes de todo el país, tanto de centros educativos públicos como privados, a todos los niveles desde inicial hasta universitario, como lo ha concretizado con la escuela de verano que abrió conjuntamente con la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Es de desear que el Defensor del Pueblo al ser la Primera Autoridad Nacional de derechos humanos, asuma el Instituto de Dignidad Humana, lo desarrolle a nivel de grados y posgrado, haciendo convenio con universidades nacionales e internacionales con miras a formar los más acabados profesionales en el área de dignidad y derechos Humanos.

Con el tiempo que le queda Doña Zoila Martines Guante al frente de la institución, puede echar estas bases y el que resulte sucesor en el cargo, podrá continuar esta excelente obra. Todo lo que iría de la mano con la ley la ley 1-12 de fecha 25 de enero del 2012, que establece la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030.

Hasta la próxima
Darío Nin

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