Opinión

Un paro de labores desatinado

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Rafael A. Escotto

Por: Rafael A. Escotto.

 

Un exceso de aspiraciones crea en algunas sociedades una falta de comedimiento en algunos individuos. Si bien es cierto que para poder alcanzar metas, personales o colectivas, el individuo tiene que impregnarle pasión a sus objetivos. Por el contrario, ser excesivamente apático o exageradamente impulsivo, tiene que aprender a calcular sus movimientos con minuciosidad y, sobre todo, con racionalidad.

 

Reclamar un pliego de conquistas sociales o laborales muy voluminosos y, seguidamente, sin más acá ni mas allá, convocar a una paralización de labores es ser con creces irreflexivo en sus demandas.

 

Esta clase de conducta explosiva sucede, por lo general, en momentos de efervescencia política cuando las pasiones se inflaman o cuando se quieren aprovechar circunstancias generales o específicas de carácter laboral, social o político, para mezclar asuntos de diferentes matices buscando armar un lio o articularle un desorden a alguien. De aquí el refranero: Rio revuelto ganancia de pescadores.

 

Por ejemplo, recientemente el país vio con cierta preocupación el lunes 12 de agosto el llamado a paro de labores organizado por la Coalición de Organizaciones Comunitarias y Populares. ¿Por qué lo de la intranquilidad social? El país vive  una vida estresante llena de inseguridades y de decepciones y lo menos que desearía es una interrupción de sus actividades productivas.

 

Decimos esto, porque el pliego de demandas era, en cierta medida, irracional. Desmesuradamente voluminoso, en el que había un compuesto de peticiones absurdas y otras relativamente más sensatas. Se hablaba de arreglo de las carreteras, sin embargo, quienes transitan las autovías del país, tanto las carreteras interiores y los caminos vecinales coinciden en afirmar que el país está interconectado por vía terrestre con vías bien pavimentadas.

 

Además, de eso, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones ha implementado un programa exitoso de asistencia vial para pasajeros y conductores en situaciones de apuros o dificultades. La población ha celebrado la iniciativa y quienes más se benefician de las mismas son los propietarios de vehículos del transporte urbano e interurbano., llámese los empresarios de autobuses y camiones de acarreo.

 

Se comenta que la ciudadanía en el Cibao aprobó el paro, no obstante, para lograr este objetivo las organizaciones que lo planificaron no debieron recurrir a la intimidación y al chantaje.  No quiero  decir que no existen condiciones para la protesta, lo que deseo rechazar es que no hay necesidad de apelar a métodos violentos para exigir reivindicaciones.

 

Parece que  algunas organizaciones sindicales todavía no han podido superar los viejos métodos de lucha caracterizados por la intolerancia y el furor. Con esta táctica en vez de servir a la sociedad que padece de falta de algunos servicios  piensan que podrían ir a cualquier plaza y convertirla en otra la Bastilla, símbolo de la tiranía en la Francia de Luis X de 1789.

 

Si se analizan uno y otros comportamientos, en la República Dominicana no existen causas ni políticas ni sociales para una revolución al estilo de la francesa porque no hay nadie encarcelado que se llame Voltaire, Nicolás Fouquet ni Marqué de Sade. No obstante en sociedades como la nuestra con tanta vulnerabilidad social siempre habrá espacio para algún grupo fundamentalista que promueva la intransigencia.

 

Como las organizaciones de lucha social en el país no poseen las condiciones materiales ni la educación para contratar técnicos calificados que le permitan crear un índice válido y confiable para medir la fragilidad social en personas jóvenes y mayores que viven en las diferentes comunidades del país, se le dificulta avanzar en la creación de evidencias científicas que contribuyan a re-edificar conceptos de fragilidad social en estos dos grupos y así organizar acciones por objetivos que hubiesen sido efectivos en materia de intervención política.

 

Reitero, la huelga de la Coalición de Organizaciones Comunitarios y Populares pudo haber sido políticamente más efectiva si la alianza de fuerzas no se hubiera politizado con una agenda social menos abultada, lo que revela que sus dirigentes actuaron con apresuramiento tratando que la paralización de labores en el Cibao coincidiera con la reunión del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). El pueblo, en cambio, aprovechó el «asueto» para descansar y hacer diligencias personales o jugar al dominó.

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