Por Juan Cruz Triffolio (Sociólogo – Comunicador Dominicano)
Si algo luce caracterizar el actual proceso eleccionario en el país, al margen del uso de algunas tecnologías propias los cibernautas, es la pobreza discursiva y la crisis programática que proyectan varios de los aspirantes a ocupar el solio presidencial el próximo año.
Tales deficiencias podrían ser explicables ante la carencia que estigmatiza en lo concerniente a una formación y práctica política a algunos de los candidatos presidenciales quienes, al parecer, han entendido que con la saturación en la proyección de sus imágenes en los medios audiovisuales, acompañada de la exhibición y ostentación de riquezas, muchas veces sin poder justifícalas, -además de las chabacanerías e informalidades-, logran ganarse el valioso apoyo del electorado nacional.
A todo lo anterior también es posible agregar cómo el elogio a lo insustancial ha pasado a convertirse en una especie de moda, en toda la geografía política dominicana, sin importar la debilidad institucional que imprime al sistema partidario que actualmente prevalece.
Como muestra fehaciente de la referida indigencia de dominio conceptual, carencia de visión convincente sobre la realidad nacional y el ausentismo de destreza en el diseño y formulación de herramientas de transformación creíbles y de posible aplicación, brilla, a todas luces, la figura de sonrisa fingida con pretensiones de avasallar del licenciado Gonzalo Castillo.
Así se advierte en una de los espacios pagados en la prensa nacional en donde, con un título con letras mayúsculas, en color marrón y rojo, se destaca: “GONZALO CASTILLO LISTO PARA EL MAYOR DESAFIO DE SU VIDA”.
Es en esta publicación donde el precandidato presidencial del oficialismo resalta, también en mayúsculas pero en color amarillo, sus “NUEVAS IDEAS PARA SEGUIR AVANZANDO”.
Allí se compromete “a construir una nación más justa, fuerte, moderna y solidaria”, con una supuesta “sangre nueva”, agregamos nosotros, enunciando una siete propuestas manidas por su principal mentor, en pasados procesos eleccionarios y que, actualmente, forman parte de la oratoria demagógica de varios de los políticos tras la silla presidencial.
Permítasenos reproducir textualmente las llamadas “nuevas ideas de Gonzalo” en ánimo de subrayar su falta de originalidad, además de ausencia de novedad.
Empieza destacando como primeras propuestas: “Ampliar la oferta de trabajo” y “Crear el Primer Paso”, como se observa, se trata de dos sofismas manoseados por el licenciado Danilo Medina, el primero como combate al desempleo y el segundo como “Primer Empleo”, pero ambos, hasta ahora, en carpetas y nada más.
Luego se destapa el pupilo danilista asegurando que entre sus proyectos están: “Ampliar la Tanda Extendida para el 100% de los alumnos y construir nuevas Estancias Infantiles”, “Crear el Espacio del Emprendedor”, “Implementar un nuevo programa de Seguridad Ciudadana”, “Duplicar las Visitas Sorpresas” y finalmente, “Mantener la Estabilidad y el Crecimiento Económico”.
En pocas palabras, no es necesario ser ducho en el quehacer político y social para llegar a la penosa conclusión de que estamos haciendo alusión a un papagayo, una especie de agente de repetición, carente de todo cuanto se refiere a singularidad, inventiva y agudeza política para garantizar una gestión gubernamental confiable, capaz de impulsar un auténtico desarrollo sostenible en una nación acorralada por la corrupción, el narco, la violencia y la delincuencia expresada en sus múltiples facetas.
Hablamos de un engendro electoral sin formación ni experiencia política, hipopapemico en el dominio de las ciencias sociales, fruto de la desesperación y el declive de un proyecto reeleccionista descabezado por la voluntad popular, con una expresión visual y de masas nunca antes observada ni registrada en la historia republicana en la tierra de Duarte.
Partiendo de tal realidad, es posible diferir de la acuciosa socióloga y politóloga Rosario Espinal, quien puso en dudas que en el caso de Gonzalo Castillo ganar las elecciones presidenciales se convierta en un títere del presidente Danilo Medina.
El servilismo y la incondicionalidad del considerado impropiamente como “delfín del PLD”, desde ya, es patente e irrebatible al extremo de que, en ocasiones, proyecta notaciones, -en su práctica y sus expresiones verbales-, de ser una especie de marioneta movida a voluntad de su progenitor en las vorágines del partidarismo criollo.
Pretender ocultar esa realidad es un absurdo.
Considerarlo un político es un exceso de pasión y atrevimiento.
Los saben quiénes los aúpan y hasta rayan en la adulación.
Gonzalo Castillo, tal como lo advierte la referida cientista social, al igual que sus allegados sensatos, tiene el gran reto de conectar con la sociedad y formarse políticamente, lo cual es esencial para gobernar en el remoto caso de llegar a la presidencia de la nación.
Pero el tiempo es corto y su protagonismo en el escenario electoral luce esfumarse, por tanto, no obstante la parafernalia y el uso despiadado de su poder económico, el colofón de su pantomima refleja ser desastroso ante un contendiente a quien le sobra veteranía, sapiencia, discurso y talento en las lides de la política nacional e internacional.
Ya veremos…