Por Semanario Católico Camino.
Nuestro país está a un nivel de pre-escolar, cuando nos referimos a procesos electorales. En cada elección se crea un ambiente de incertidumbre y tensiones. Cuando pensábamos que habíamos subido un peldaño, nos damos cuenta que estamos estancados.
A través de la historia, con raras excepciones, los alegatos de fraudes han sido una constante. Unas veces con mucha razón, y otras como parte de una cultura que no entiende que en una contienda habrá un ganador.
Ante la realidad que vivimos desde el pasado domingo 6 de octubre, creemos que todo debe resolverse en el marco de la ley, que tiene sus reglas claras para solucionar los conflictos que se presenten. La Junta Central Electoral ha mostrado la disposición de escuchar a los que se sienten perjudicados con los resultados de estas primarias.
Lo más doloroso de la situación que se ha presentado es el daño que se causa a la democracia, porque el pueblo, como siempre, participa de manera ordenada, pero luego vienen los conflictos.
Por otra parte, valoramos la actitud asumida por el doctor Roberto Saladín, miembro titular de la Junta Central Electoral, quien después de presentar su renuncia a este importante organismo, recapacitó y la dejó sin efecto.
Esta decisión contribuye a traer sosiego a la comunidad nacional, puesto que de mantener su posición anterior, traería más intranquilidad, porque las conjeturas que suscitaría su postura alimentaría sospechas que en nada favorecen la paz.
Preservemos la democracia.
No la desacreditemos, porque luego vendrán las lamentaciones.