Por: Rafael A.Escotto.
Al poeta Luis José Rodriguez Tejada y a Jhonny Guerrero
Hay algo que trastorna la quietud y que ofusca los pasos del hombre que anda en disimulo pisando sombras. El efecto de la noche que cae afligida y luego se sintetiza en el amanecer, en esa especie de soledad secreta entre el crepúsculo y el romper el dia en silencio.
Pido ayuda a un poema de Shira para que despedace el enigma que me causa el misterio que tiene la noche cuando todo está tranquilo y la lechuza patrulla los arrabales lóbregos de la luna girando extrañamente su cabeza a la vez que emite un sonido tenebroso que atemoriza la noche.
En el silencio de la noche/cuando todo esta en calma/la soledad me busca y me impregna/para envolverme con ella el alma. Sombras que del cielo bajan.
En la oscuridad también vuela el búho con sus ojos funestos, como de faros, en medio de la noche. El búho enmascarado, adalid de la noche, se oculta con su fino oido, del hombre que pisa el disfraz de la sombras con hipocrecia buscando el tipico sonido del animal. Escribe el poeta mexicano Luis Maria Marina, un poema sobre esta ave:
Son más severos sus ojos y mas sabios/en la negrura de la noche/cuando está parado/como un rey absoluto/con el cogote girando.
Llega la luz alumbrando la oscuridad asustadiza de la noche, aclarandolo todo, identificando los seres del espanto, ahuyentando el búho y la lechuza invisible, la infracción de la sombra se revela bajo sus huellas y queda descubierta la trama en un poema de Borges:
En el segundo patio/la canilla periódica gotea/fatal como la muerte de César. Las dos son piezas de la trama que abarca/el círculo sin principio ni fin/el ancla del fenicio/el primer lobo y el primer cordero/la fecha de mi muerte/y el teorema perdido de Fermat/.
Nada queda furtivo en las calles iluminadas de la metrópolis, solo la voz del juez y su mallete sentencioso invalidan lo que en la oscuridad de la noche tenebrosa quiso huir del castigo. Y la poeta Julieta Lallorenzi escribe en poesia una observación evitando que los niños no sean tolerados en su primer intento de maldad perpetrada bajo el manto de la noche o cuando la inspiración se activa a los primeros destellos del alba:
El castigo es necesario/No es un acto negrestino/.
Las calles iluminadas u oscuras y el castigo temprano son necesarios. El poeta Clemente Althaus le escribe un poema A la familia de Noé:
Preciso fue de las divinas manos/acatar el castigo, más en tanto/pudisteis lamentar con pío llanto/el fin de vuestros míseros hermanos.
Pero la noche ebria se revela encubridora y permisible en su propia tiniebla para enmascarar la maldad ante que punteé el alba. !Siempre ha sido asi!. No se sorprendan mis lectores: la tiniebla disfraza la muerte y trata inutilmente de enterrarla, no obstante, en su aceleración la aurora desemascara su negrura.
Se me ocurre traer un poema de Dionisio López Cabral, que es más bien su autorretrato. En él el tinte de la noche engulle su ser:
La noche/en su dolor/bebe a Dionisio
La negra brisa de los dias bañó con lágrimas los bósques y los valles se inundaron con el canto réprobo del hombre blanco escarneciendo al indigena durante la noche de la ceremonia y la danza ancestral de liberación del cóndor andino y alzó vuelo el cóndor de los Andes con sus penachos blancos entre los cerros.
El cóndor regresará desde el otero cuando el alba enseñe de nuevo sus anchas alas sobre la depredadora sombras. Suena la flauta melodiosa y el indio recuerda a Neruda en los versos al capitán:
Yo soy el cóndor, vuelo/sobre ti que caminas/y de pronto en un ruedo/de viento, pluma, garras/te asalto y te levanto/en un ciclón silbante/de huracanado frío/Y a mi torre de nieve/a mi guarida negra/te llevo y sola vives/y te llenas de plumas/y vuelas sobre el mundo/inmóvil, en la altura.
Hembra cóndor, saltemos/sobre esta presa roja/,desgarremos la vida/que pasa palpitando/y levantemos juntos/nuestro vuelo salvaje.
El cóndor regresará….regresará el cóndor de los Andes. Volverá, al oscuro mundo de las calles iluminadas.alles iluminadas.