Opinión

Banco Nacional de Trueques

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Por Dario Nin.

 

Hoy quiero hacer pública una idea que hace muchos años da vueltas en mi cabeza. Originalmente lo llamé Banco Nacional de Favores, apuntalado por el lema de que “Los favores generan los más altos beneficios”.

Sin embargo, hoy meditando una conversación que tuve hace un par de años con Doña Zoila Martinez Guante Defensora del Pueblo, quien me dijo que el término “favores” no le gustaba.

Esa vez me contó ella que en una conversación con el presidente Balaguer le manifestó que no veía con agrado las fundas o cajas   que daba el gobierno ya que ponían a la gente a coger mucha lucha.

Pienso, aunque supongo que no se lo dijo al Presidente, que ella entendía que eso disminuía hacia los más necesitados, el respeto por la dignidad humana.

Al analizar la naturaleza de lo que propongo, concedo razón a doña Zoila y concluyo que realmente el término “favores” no resulta adecuado para el proyecto, porque lo que realmente propongo, no es un banco de favores sino un banco de trueques.

¿En qué consiste la propuesta?  En eso.  Un banco en donde no se deposite dinero, sino servicios. Usted demanda un servicio y oferta otro. En esta parte   deseo aclarar que no se trata de sustituir el salario en dinero por servicios lo que no es posible conforme a la prohibición del articulo 196 del Código de Trabajo que expresamente dispone:  Se prohíbe el pago del salario mediante la expedición y entrega de fichas, vales, tarjetas, certificados u otras formas.  Estoy muy lejos de ahí. Tampoco proponemos sustituir empleados por esta modalidad de servicios. Esta institución para operar necesitaría por supuesto de un marco legal, unos estatutos o un reglamento, tal vez una ley. Expongo un ejemplo que ilustrará las pretensiones.

Un colegio privado puede colocar  en el Banco Nacional de Trueques el servicio de tres plazas para estudiantes por nivel, que le han quedado vacantes, o  sea el curso tiene capacidad para veinte estudiantes, pero solo ha podido inscribir  diecisiete y un padre puede estar necesitando inscribir  sus hijos en la escuela, pero no tiene dinero para pagar la mensualidad o no encontró cupo en la pública, pero ese padre es un excelente plomero, carpintero, albañil, o jardinero,  o sólo tiene sus brazos y el deseo de hacer lo que sea trabajo honrado. Ambos están inscritos en el banco con sus competencias o servicios.

La coordinación sabe de esas vacantes en el colegio y de la necesidad de esas personas, pues hace la oferta y coloca los niños que recibirán un cupo en un colegio que no llenarse así, se perderían

Pero cuando ese u otro ahorrante demande un servicio, que el que está recibiendo el beneficio tiene, o que lo tiene otro ahorrante, lo recibirá, bajo ciertas condiciones previamente establecidas en coordinación con el administrador o el banco.

Estos es sólo un ejemplo, son cientos los trueques que pueden darse. El propio Estado pude condicionar la ayuda que brinda a la ciudadanía, a la prestación en retorno de un servicio, como limpieza de calles y parques, arreglos de edificaciones, pintura pública, asistencias en los hospitales, escuelas, cárceles, etc., Todo conforme a sus competencias. Así se cultiva la dignidad humana y se va desterrando el asistencialismo populista de trafico de favores y explotación politiquera de la miseria de los desprotegidos sociales, engendro de este sistema.

En pocas palabras, todo el que recibe algo, va a pagar algo por lo recibido, no con dinero, sino con otro servicio conforme a su competencia, talentos o capacidades.

Así incentivamos el respeto a la dignidad humana y desmotivamos el asistencialismo populista que ya señalamos.

Precisamente, mientras escribo este artículo mi pc recibe la noticia de que, en la ciudad de Stockton, en California, Estados Unidos, se está ejecutando un experimento social, consistente en que los ciudadanos con ingresos mínimos reciben un adicional que no esperaban de 500 dólares para compensar la canasta básica. Esto según mi criterio es un asistencialismo que no se podrá mantener. Ese dinero recibido sin condición terminará en los supermercados comprando cosas muchas veces innecesarias, se va a dar la frase muy de aquí, de que a lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta.

Muy distinto seria suministrar el pago del servicio demandado como el completivo de la renta, pero se le exige a cambio prestar un servicio conforme a sus competencias.

Si usted que me lee, ve viable esta propuesta le invito a  ayudar a fomentarla y a concretizarla, hagamos el ensayo, así como el alcalde de Stockton, en California, empezó a enviar dinero a sus ciudadanos empecemos por organizar este banco , quizás algunos recursos de los que se están gastando en la campaña política caería muy bien para la estructuración de este proyecto, partidos, gobierno nacional y local , sindicatos o asociaciones  y las empresas privadas  están invitados también  a participar en esta iniciativa.  Escriba su disposición y como contactarle y…, ya veremos que cuando se quiere se puede. Hasta la próxima.

Dario Nin.

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