Por Neris Nelio Abreu Comas.
La humanidad está en alerta general por el ataque y asesinato, por parte de los Estados Unidos, contra importantes líderes de Irán en el oriente medio. Desde la perspectiva de las decisiones del presidente de Estados Unidos Donal Trump en su proyecto reeleccionista, se justifica la acción, no así para el resto de la humanidad y todos los intereses vitales y pacifistas globales.
No fue sorpresa para nadie que el actual presidente de los Estados Unidos de América haya direccionado sus principales políticas exteriores a reactivar las industrias y bases militares y a nivel global, a estimular las guerras y conflictos internos entre las naciones, a potenciar una cultura de guerra, a abordar las causas del terrorismo en forma incorrecta y por vía de consecuencia a poner en peligro la humanidad.
Dentro de la escala de la política exterior de guerra, puesta en marcha por Donal Trump, para lograr su reelección presidencial, es que encuadra el atentando y eliminación de varios líderes iraníes, situación que aumenta la tensión global y vuelve a poner la humanidad en peligro y desequilibrio.
Al ponerse en marcha un programa de reactivación de la industria de guerra, ha restado a las demás naciones con complejos militares similares a prepararse para el conflicto, por los que los ejércitos defensivos y los contestatarios a Estados Unidos, han entrados en competencia para no dejarse aniquilar. Todo lo anterior viene a generar, en diferentes países, la activación de sus fuerzas armadas regulares de combates, por lo que todo indica que estamos a la puerta de una cadena de conflicto a escala planetaria que podría derivar en una tercera guerra mundial, donde ninguna especie quedaría viva.
Es previsible que continúe una reacción de ataques y contraataques en cadena, contra objetivos de Estados Unidos alrededor del mundo, lo cual podría desatar una guerra formal entre Irán y países beligerantes, lo cual desequilibraría los mercados y aumentaría los peligros para la vida alrededor del mundo. Las consecuencias inmediatas de la errática política internacional, del presidente de Estados Unidos, se reflejan en los bolsillos de los consumidores a nivel global, debido a que aumenta el petróleo y sus derivados, así como los precios de comoditis, los fletes marinos, los mercados de valores, la seguridad y tranquilidad de millones de individuos que se desplazan de un país u otro a escala mundial.
La preocupante situación se complica aún más, porque mientras las industrias vinculadas a la fabricación de armas, pertrechos y accesorios de guerras, en diferentes países, entran en su mejor momento, pasando de una economía de paz, a una economía de guerra, por lo que la humanidad, en termino general pierde la precaria armonía y los ciudadanos del mundo somos los mayores perdedores
Los malos días que se inician con el 2020, y los que sobrevienen a la humanidad, quitan eficacia jurídica a miles de tratados, convenciones, convenios o resoluciones de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, para crear una cultura de paz, la primacía del derecho, sobre la fuerza, la estrategia de ganar-ganar, en lugar de perder-perder, en las relaciones entre los ciudadanos o los Estados y pasamos a una era de amenazas, conflictos, guerras, y sobre todo, por el desconocimiento de los mecanismos de solución de conflictos, como prevee la Carta de las Naciones Unidas.
Poco han validos los esfuerzos continuos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por mantener la paz y reducir los conflictos globales, poco han validos los inmensos esfuerzos realizado por el Premio Nobel de la Paz y otras personalidades, por lograr la reducción o eliminación de miles de bombas atómicas a nivel planetario, poco han valido los esfuerzos de países y parte importante de las nuevas generaciones, por construir una cultura de paz.
Los halcones de la guerra a nivel global se las arreglan para justificar la guerra y no solo no reducen los arsenales armamentistas, sino que los perfeccionaron o aumentan los mismos, para motorizar una cultura de tensiones, conflictos y guerras.
En el 2020, la época de tensiones militares a nivel global se ha reactivado, generando inestabilidad, inseguridad, temor, destrucción, así como una espiral inflacionaria que afectará a cada ciudadano a nivel global, lo que configura malos días para la humanidad.
Ante el nuevo contexto y escenario internacional, activado por el presidente de los Estados Unidos, se requiere la reacción y reactivación de los Estados, fuerzas pacifistas, organizaciones y personalidades comprometidas a nivel global con la economía de la paz, como alternativas válidas para sensibilizar a los halcones de la guerra a nivel global, a apostar por la armonía, el respeto, el derecho, el consenso, la vida, la paz y no continuar poniendo en más peligro a la humanidad.
Neris Nelio Abreu Comas..
Magister en Estudios Internacionales y Máster en Derecho Constitucional y Gestión Pública, enero 2020