EFE.
Washington. – Dos policías resultaron heridos en un intervalo de menos de 12 horas en tiroteos en el barrio neoyorquino de El Bronx, unos sucesos que han despertado la preocupación de las autoridades porque el ataque contra el primer agente fue un “intento de asesinato”.
En una rueda de prensa el sábado por la noche, el director de la policía de Nueva York, Dermot F. Shea, explicó que ese primer policía sufrió una emboscada mientras estaba en su vehículo patrulla, junto a otro agente.
Según Shea, un hombre se acercó al vehículo patrulla para pedir direcciones sobre cómo llegar a un lugar y, de repente, “sin ningún tipo de provocación”, se sacó una pistola y disparó en varias ocasiones.
El agente que estaba en el asiento del conductor fue alcanzado por las balas y sufrió heridas en la barbilla y el cuello, cerca de la arteria carótida, que suministra sangre al cerebro.
Inmediatamente, el agente herido fue trasladado al hospital Lincoln en El Bronx en condición grave, pero estable. Entretanto, la policía neoyorquina ha arrestado a un sospechoso.
“Es un milagro que nada peor haya ocurrido”, dijo el director de la policía de Nueva York el sábado por la noche.
Sin embargo, horas más tarde, un segundo agente resultó herido. Poco antes de las 8.00 hora local de este domingo (13.00 GMT), un hombre irrumpió en una estación de policía de El Bronx, comenzó a disparar e hirió a otro agente en el brazo, informaron medios locales.
El gobernador de Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo, lamentó en Twitter los ataques contra los agentes.
“Estoy horrorizado por los múltiples ataques a los agentes en El Bronx. Los policías de Nueva York arriesgan su vida todos los días para mantenernos a salvo. Estos ataques son atroces. Los responsables serán llevados ante la justicia y rendirán cuentas con el peso máximo que permite la ley”, prometió.
Estos ataques han tenido una gran repercusión porque, según reconoció el propio jefe de la policía de Nueva York, recuerdan a la muerte en diciembre de 2014 de Wenjian Liu y Rafael Ramos, que fueron asesinados a sangre fría en un tiroteo mientras estaban en el interior de su patrulla en el distrito de Brooklyn.
Su asesinato se produjo en el contexto de multitudinarias protestas en EE.UU. del movimiento “Black Lives Matter” (“Las vidas de los negros importan) contra la brutalidad policial.
El autor de ese asesinato tenía vínculos con organizaciones supremacistas negras y se suicidó tras matar a los agentes.