Por: Rafael A. Escotto.
De apoteósico, convincente, grandioso y esclarecedor, además de emotivo resultó el discurso de Rendición de cuentas el 27 de febrero del honorable señor presidente de la República Licenciado Danilo Medina Sánchez. Con esta magnifica alocución el país ha quedado indiscutiblemente complacido con la labor gubernativa del jefe del Estado Dominicano y presentimos que las preocupaciones quedaron felizmente despejadas.
Las posturas y los pronunciamientos malidicentes enarbolados por una oposición política desmoralizada no obstante deseosa de crear dificultades a una sociedad que quiere vivir tranquila sus desarrollos, se ha precipitado buscando votos promoviendo el desorden, alterando el órden y la paz pública y, sobre todo, mientiéndole al pueblo sobre cuestiones que quedaron aclaradas y disipadas en la disertación que con minuciosidad admirable pronunció y dió a conocer el jefe del Estado.
El honorable señor presidente no desperdició ningún renglón que no cubriera magistralmente. Cada pausa, cada modulación hecha por el mandatario me lleva a Mlark Twain: »La palabra exacta puede ser efectiva pero no existe ninguna palabra tan efectiva como la acertada pausa.»
Después de este estupendo e histórico discurso ante la Asamblea Nacional en presencia del Cuerpo Diplomatico acreditado en el país, de ministros de gobierno, de autoridades civiles y militares y de personalidades del sistema judicial dominicano, la oposición ha quedado psicológicamente desarticulada y en pocos días se le observará en desbandada y sin capacidad de poderse reagrupar.
Siempre pensé que las intiligencias alrededor del presidente serían capaces, como sucdedió em esta Rendición de Cuentas, de concebir y disenár un discurso que fuera trascendental y efectivo. No solamente fue efectivo, fue igualmente contundente. El presidente estuvo siempre apuntando y dando en el blanco y cada vez que se referia a algún aspecto de su positiva gestión subia la bandera señalando sus altas puntuaciones.
No quiero referirme a la actitud antipatriótica e inconsecuente de algunos congresistas de la oposición que no asistieron a un asunto constitucional tan solemne y tan reglamentario en el cual se festeja el 176 aniversario la fecha heroíca de la Independencia. No se gana voto con repudiar este dia tan sagrado para los dominicanos donde se reverencia la hazaña de nuestros libertadores.
Mientras en la plaza de la banddera se le daba la espalda a la epopeya del 27 de febrero de 1844, el presidene Medina decia como el Patrricio Juan Pablo Duarte: «Yo soy dominicano» y recordaba ante la Asamblea Nacional otra frase del trinitario más sublime: «Trabajemos por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.»
Si ayer la oposición trató de pescar en rio revuelto y creyó tener en sus manos el pase a la presidencia de la República, el espiritu de los próceres desde sus mausoleos sacrosantos despreciaron su acto de no asistir a la Asamblea Nacional en la fecha de la Independencia. Duarte los hubiese calificados con estas palabras: «Nuestra patria sabe a sangre y un grupo de dominicanos indolentes hacen de nuestro país una cueva de traidores…»
El pueblo se mantuvo atento al discurso del señor presidente de la República y lo hizo para conprobar la verdad documentada. Luego de terminada la disertacion se preguntaron: ¿Qué celebra la oposición -el PRM Y FD y sus aliados políticos -, en la Plaza de la Bandera en Santo Domingo?
En la Plaza estaba congregada el 27 de febrero del 2020 una juventud confundida, sin sus estómagos vacios, oyendo música, bailando, soleándose y escuchando falsedades de politicos que hablan en lengua muerta que no usa ningun hablante. Se observaban gente con los ojos cerrados y sus sueños despiertos con los cuentos que le narraban unos politicos diestros en manipulación.
Vuelvo a la sala de la Asamblea Nacional y escucho y veo a un presidente que va piloteando muy seguro la nave del Estado y una tripulacion –El pueblo–, que va a bordo confiado en su timonel. El pueblo siente que sus deseos de progreso y superación individual y colectiva van aterrizando suavemente con el presidente Medina en el control.
No es asunto de discurso ni de oratoria, el pueblo está viviendo por primera vez la realidad de lo que está sucediendo en la sociedad, a la sociedad que algunos politicos desaprensivos pretenden poner «patas arriba», como El mundo al revés de Eduardo Galeano. Pero afortunadamente el mandatario con esta formidable disertación hasta el extremo que fue tan exitoso el presidente Medina que una parte de la iglesia Católica se apresuró a pedirle a la oposición la firma de un pacto. Y uno se pregunta: ¿Un pacto para qué?
El presidente Licenciado Danilo Medina Sánchez dejará la prosperidad de la nación en manos supremamente fidedignas y esperanzadora que va a continuar con desvelos las enseñanzas del maestro. Aqui cabe menciona una frase del escritor estadounidense William Arthur Ward: “El maestro mediocre, dice. El buen maestro, explica. El maestro superior, demuestra. El gran maestro, inspira.” Esta última expresión del maestro que inspita está resumida en un nombre Danilo Medina Sánchez.
Pero, como dijo el ministro administrativo de la presidencia, Jose Ramón Peralta, el legado del presidente Medina llena de orgulla al pueblo dominicano.
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