Por: Rafael A. Escotto
A Greta Thunberg, La niña de Estocolmo. Al ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, recordando su memorable discurso. A Luis José Rodríguez T., por haberme inspirado hacer este trabajo
«El efecto invernadero retiene el calor en la atmósfera». Jean Baptiste Joseph Fourier
Las mañanas en primavera en Estocolmo son frescas y agradables. La naturaleza parece cubrir esta hermosa ciudad, igual que en sus islas, todo es vegetación en primavera. Es como el poema: «Es esa superficie plana del amor/que vislumbra el horizonte/y no encuentra abismo/ donde arrojarse /y buscando/aun buscando/tu sueño se encuentra/con el mío/y definimos la pasión/ Estocolmo».
Recorrí sus calles en bicicleta. Luego caminé rumbo al este a lo largo de su costa y observé maravillado aquella hermosa cadena de archipiélagos. Anhelaba estar en Suecia y visitar sus milenarios monumentos históricos y el área metropolitana; navegar por el lago Mälaren hasta la preciosa desembocadura del mar Báltico. Entro a la librería Papercut, un lugar perfecto para relajarme y para tomar un sabroso café capuchino.
Buscaba en los anaqueles alguna obra de historia y de literatura. El señor de la librería, después de decirle lo que me interesaba leer, me sugiere algo del escritor, poeta, novelista y literato sueco Knut Ahnlund. Me conduce al área de literatura y señala sus dos mejores novelas: «Los amigos» y «El joven Gustav Wied». A propósito, Ahnlund permaneció siendo miembro de la Academia Sueca desde 1983 hasta su muerte.
Mientras estoy sentado en una mesa disfrutando de mi lectura se me acerca una joven sueca y entablamos un diálogo interesante sobre literatura e historia. Ella me dice que Suecia ha sido el solar de nacimiento de grandes figuras de la literatura, como Kjell Espmark, poeta, novelista e historiador literario, miembro de la Academia Sueca de Literatura y profesor de historia de la literatura en la Universidad de Estocolmo, ganador de varios galardones literarios, como el Premio Carl Emil Englund.
En lo que converso animadamente con la joven me vino a mi memoria aquella ocasión en que Jorge Luis Borges visitó la ciudad de Gotemburgo donde dictó, a principio de noviembre de 1964, las conferencias «La literatura fantástica» y «La poesía gauchesca». Había leído que Borges le dedicó «Antología de la literatura» y «Ficciones» a Nilz Hedberg.
Apunta Anna Stevenson, en un artículo que hizo en relación con la inauguración del congreso sobre la historia del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Gotemburgo y un material sobre Borges en el archivo y en la biblioteca, destacando el papel decisivo que el histórico director del Instituto Nils Hedberg (1903-1965) desempeñó para que Borges llegara a Suecia durante su gira por Europa aquel año. Los dos se conocieron en la década del 1940 cuando Hedberg era agregado cultural en Buenos Aires.
He querido en esta parada casi obligada que me produce este artículo hacer una breve disgregación con el interés de conectar a Borges con Suecia y luego continuar con el propósito central de este trabajo, cual es La niña de Estocolmo.
He estado leyendo la vida de la adolescente Greta Thunberg y he encontrado algo que me ha llamado la atención sobre el ambiente familiar en que se desarrolla esta joven activista del medioambiente. No permitiré que estos datos influencien este trabajo, pero sí analizaré el contexto social en que ella nace en Estocolmo, Suecia.
En una ocasión Fox News se vio obligado a ofrecer una disculpa a la joven activista Greta Thunberg en el programa televisivo «La historia» (The Story) al que asistió como invitado Michael Knowles, que se transmite los lunes. ¿Qué dijo Knowles de Thunberg?, veamos: «El movimiento de histeria climática no se trata de ciencia. Si se tratara de ciencia sería dirigida por científicos en lugar de por políticos y un niño sueco con enfermedades mentales que está siendo explotado por sus padres y por la izquierda internacional».
Como se conoce, Thunberg tiene síndrome de Asperger, un trastorno en el espectro del autismo al que la joven de 16 años se ha referido anteriormente como su «superpotencia». Vamos entonces por parte.
Primero voy a aclarar a mis lectores el significado del síndrome de Asperger: «Es un trastorno del desarrollo caracterizado por dificultades significativas en la interacción social y la comunicación no verbal, junto con patrones restringidos y repetitivos de comportamiento e intereses». Viene siendo como el autismo, pero más ligero. Este síndrome puede ser heredado, pero no existe nada concluyente en este aspecto.
Quienes padecen de esta condición el objetivo de la ciencia médica es tratar de reducir los hábitos obsesivos o repetitivos y mejorar las habilidades de comunicación y la torpeza física en el paciente. El papá de Greta, Svander Thunberg, es activista, autor y productor que, al decir de Wiki folder, la «inspira a trabajar para las personas que la rodean». Su madre, Malena Emam, es cantante de ópera. En el año 2019 Greta se dio a conocer mundialmente cuando ofreció un discurso sobre el cambio climático en la cumbre de las Naciones Unidas.
Vamos ahora a entrar a otro ángulo de Greta Thunberg y su fama mundial como activista del cambio climático. Haciendo un poco de historia todo recuerdan el discurso de Al Gore pronunciado en Oslo el 10 de diciembre de 2007 durante la entrega del Premio Nobel. En este memorable discurso Al Gore pone de manifiesto la urgencia de tomar acciones inmediatas y eficaces para detener los efectos del conocido cambio climático.
Las palabras introductorias de Gore fueron estas: «Majestades, su alteza real, honorables miembros del Comité Noruego Nobel, excelencias, señoras y señores: Tengo un propósito hoy aquí. Es un propósito al que he tratado de servir durante muchos años. He rezado para que Dios me mostrara una forma de realizarlo. A veces, sin previo aviso, el futuro golpea a nuestra puerta con una valiosa y dolorosa visión de lo que podría ocurrir.
Ciento diecinueve años atrás, un rico inventor leyó su propio obituario, erróneamente publicado años antes de su muerte. Pensando equivocadamente que el inventor acababa de morir, un diario publicó un duro examen del trabajo de su vida, titulándolo injustamente «el mercader de la muerte», debido a su invento: la dinamita. Sacudido por esta condena el inventor tomó la decisión de servir a la causa de la paz. Siete años después Alfred Nobel creó este premio y otros que llevan su nombre».
Y Greta Thunberg, la niña de dieciséis años de edad de Estocolmo, en su provocador discurso ante las Naciones Unidas, proclamó: «Nos traición. El cambio climático se está acelerando en una dirección muy peligrosa. Si no comenzamos a cuidar la Tierra morimos. Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Dicen que nos “escuchan” y que entienden la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté, no quiero creer eso. Porque si realmente entendieran la situación y de todas formas no actuaran entonces serían malvados. Y eso me niego a creerlo».
Greta me hace volver la mirada al discurso de Al Gore en Estocolmo veamos: «Nosotros, los seres humanos, estamos enfrentando una emergencia planetaria. Una amenaza a nuestra subsistencia que está ganando siniestro y destructivo potencial mientras estamos aquí reunidos. Pero también hay noticias esperanzadoras: tenemos la habilidad consecuencias si actuamos de forma valiente, decidida y rápida».
El ex vicepresidente de los Estados Unidos en el Gobierno de Bill Clinton, esperanzado, no obstante crítico de lo que pasa con el cambio climático, dijo: «Sin embargo, a pesar de un creciente número de honorables excepciones, demasiados líderes mundiales siguen siendo mejor descritos por las palabras de Winston Churchill aplicadas a quienes ignoraron la amenaza de Adolfo Hitler: “Continúan en una extraña paradoja, decidieron ser indecisos, decidieron ser irresolutos, inflexibles por la deriva, sólidos por la fluidez, todos poderosos por ser impotentes”».No es el objetivo de este artículo entrar en conclusiones sobre estos grandes discursos sobre el cambio climático tanto el de Greta Thunberg como el del miembro del Partido Demócrata de los Estados Unidos, Al Gore, porque se haría muy extenso y los medios para los cuales escribo en español como en inglés no tienen el espacio para ampliar mis consideraciones sobre el tema climático, pero sí dejarle a mis lectores algunas recomendaciones extraídas de estas disertaciones las cuales tienen mucho de apocalípticas.
El gran escritor noruego Henrik Ibsen —expresó Al Gore en Estocolmo— escribió: «Uno de estos días la generación más joven vendrá a tocar a mi puerta». El futuro está tocando a nuestra puerta ahora mismo. No se equivoquen, la siguiente generación nos preguntará una de estas dos preguntas. O nos preguntará: «¿En qué estaban pensando, por qué no actuaron?»
Y Greta Thunberg, la niña de Estocolmo, en su provocador discurso ante las Naciones Unidas, quien contaba con tan solo cuatro años de edad cuando aquel memorable llamado de Gore el 10 de diciembre de 2007 en Estocolmo, esperanzado aquella vez que la juventud levantara banderas a favor del cambio climático, dijo textualmente con voz angelical y premonitoria: «Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos nunca los perdonaremos».