Por: Rafael A. Escotto.
El odio a las razas es más bien el abandono de la naturaleza humana.
Orson Welles
La muerte de George Floyd, un afroamericano de 46 años que falleció el lunes en Minneapolis, Minnesota, después de que un policía blanco lo dejara inmovilizado con una rodilla clavada en su cuello durante minutos, ha generado una oleada de indignación en el país.
Hará algún tiempo que leí el libro «El hombre rebelde» de la autoría del escritor francés Albert Camus. En esta magnífica obra encontré una frase que quiero compartir con mis lectores, a propósito de lo que sucede hoy en Minneapolis: «Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer en mi protesta».
Como abogado y escritor estadounidense algunas personas se me han acercado solicitándome construir una opinión libre de convencionalismo de un hecho que ha conmovido la nación norteamericana a todos los niveles raciales de la sociedad. Tras calificar a los protestantes como «izquierda radical», según aparece en la prensa, el presidente Donald Trump mostró su disposición de enviar al ejército para aplacar los disturbios que se están produciendo en las últimas horas en todo el país.
El presidente, como comandante en jefe, posee el más alto grado en las Fuerzas Armadas. El artículo II de la cláusula 1 constitucional, relativa a los poderes presidenciales, estipula que corresponde al Congreso, no al presidente, declarar la guerra. Las protestas por el caso de Floyd no alvsanzan el grado de peligrosidad que tiene una guerra dentro del terrritorio de los Estados Unidos.
Al estipular que el presidente puede solicitar la opinión por escrito del funcionario principal de cada uno de los departamentos administrativos, la Constitución crea, implícitamente, un gabinete que incluye a los funcionarios principales de varios departamentos. En el caso de Trump algunos exsecretarios de Defensa y generales de los Estados Unidos han expuesto sus criterios rechazando la intención del jefe de estado.
En cuanto a la Guardia Nacional de los Estados Unidos debo decir, para que mis lectores entiendan, que esta tiene un estatus especial, porque en tiempos de paz y en ocasiones inverosímiles es una milicia estatal, es decir, cada estado tiene su propia Guardia Nacional y el gobernador es el comandante en jefe de la Guardia Nacional de su estado respectivo. Además, la Guardia Nacional está bajo el control de un departamento del gabinete del gobernador y no del Departamento de Defensa.
Las causas más comunes de una declaración de estado de guerra que le autorizan al presidente de los Estados Unidos a convocar al ejército son agresión al territorio, bienes o patrimonios de ciudadanos o ciudadanos de un país o un territorio. Invasión, ocupación no autorizada o algún acto intrusivo. Actos hostiles relevantes por parte de un país que malogran un tratado establecido o la convivencia armónica. Incumplimiento de tratados. Actos terroristas. Amenaza evidente sobre el bien nacional. Amenaza al orden interno.
En los Estados Unidos hemos tenido grandes protestas masivas en toda su historia política. Hubo una muy singular cuyo lema era «Marcha por nuestras vidas», para exigir leyes más estrictas para el acceso civil a las armas. Estuvo encabezada por jóvenes estudiantes y esas manifestaciones se desarrollaron en las grandes ciudades como Chicago, Nueva York, Los Ángeles, Washington D.C., Seattle, Boston, Filadelfia y Houston. Esta protesta en particular vino como respuesta a la matanza de Parkland por cambiar las leyes de armas en Estados Unidos.
La Marcha del Millón de Hombres (Million Man March) fue una gran reunión de hombres afroamericanos en Washington D.C. el 16 de octubre de 1995. Llamado por Louis Farrakhan, se llevó a cabo en y alrededor del National Mal. Esa protesta fue organizada por la Nación del Islam y la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, siglas en inglés), su líder fue el Dr. Benjamín Chavis, Jr.
El estallido de violencia en Ferguson (Misuri) tras el anuncio durante la noche de un lunes que fueron dejados sin efectos los cargos contra un policía blanco que mató a un joven negro en agosto, se inscribe en una larga lista de disturbios raciales en Estados Unidos. A continuación se recuerdan los más importantes desde 1965.
El 17 agosto 1965 se produce la detención por policías blancos de un joven negro, Marquette Frye, durante un chequeo en la carretera desencadena una revuelta en el barrio de Watts, en Los Ángeles.
Durante seis días este barrio marginado se convierte en una zona de guerra, donde los guardias nacionales patrullan en jeeps, armados con ametralladoras. Se declara el toque de queda. El saldo es dramático: 34 muertos, numerosos heridos, 4000 detenidos y daños a la propiedad privada por más de 40 millones de dólares.
Dos años después, el 17 de diciembre de 1967, una disputa entre dos policías blancos y un taxista negro desencadena un estado de sublevación en una barriada de Newark, New Jersey. La violencia dura cinco días con un saldo de 26 muertos y 1500 heridos.
Entre los días 23 y 28 de julio de 1967 estallan disturbios en Detroit, Michigan, tras una actuación policial en la calle 12, mayoritariamente negra. Se despliegan guardias nacionales y militares. Los enfrentamientos dejan 43 muertos y más de 2000 heridos. Los choques se extienden a varios estados, entre ellos Illinois, Carolina del Norte, Tennessee y Maryland. A lo largo de 1967 mueren 83 personas en episodios de violencia racial en 128 ciudades.
Posteriormente, el cuatro de abril 1968 ocurre el asesinato del pastor Martin Luther King en Memphis (Tennessee). Este asesinato provoca acciones violentas en ciento veinticinco ciudades de EE.UU., que dejaron más de 46 muertos y unos 2600 heridos. En Washington —donde dos terceras partes de población pertenecen a la raza negra— se producen incendios y saqueos. Al día siguiente los desórdenes se extienden al centro de la ciudad y hasta a unos 500 metros de la Casa Blanca. El presidente Lyndon B. Johnson recurre a la 82 división aerotransportada del Ejército para controlar la situación. Lo mismo que trata de hacer el presidente Trump en Minneapolis.
Tres días de levantamientos en 1980 dejan un saldo de 18 muertos y más de 400 heridos en el barrio negro de Liberty City en Miami (Florida). El furor explotó después de la absolución en Tampa de cuatro policías blancos acusados de haber golpeado hasta la muerte a un motociclista negro que se había violado un semáforo en rojo.
Una declaratoria de inocencia y la consiguiente absolución de cuatro policías blancos que el 3 de marzo de 1991 habían abatido a tiros a un conductor negro, Rodney King, incendia la ciudad de Los Ángeles. La violencia se propaga como la pólvora a San Francisco, Las Vegas, Atlanta y Nueva York y deja 59 muertos y 2328 heridos.
Fue en el abril de 2001 cuando un policía blanco mata a un joven negro de 19 años, Timothy Thomas, durante una persecución en Cincinnati. Le siguen cuatro días de palpitante violencia durante los cuales resultan heridas 70 personas. Timothy Thomas, que no estaba armado, fue el decimoquinto negro abatido por la Policía desde 1995.
La muerte de un joven negro de 18 años, Michael Brown, el 9 de agosto de 2014 por disparos de un policía desata diez días de violencia entre la población negra y las fuerzas de seguridad, quienes recurren al uso fusiles de asalto y vehículos blindados para tratar de contener los levantamientos sociales.
El 24 de noviembre de 2014 se producen nuevos disturbios en Ferguson tras el anuncio del sobreseimiento o suspensión de los cargos contra el policía homicida. Me abstengo en entrar en consideraciones sobre estas clases de protestas por razones muy particulares. Sin embargo, dejo el contenido de este historial a la soberana apreciación de mis asiduos lectores.