Por: Rafael A. Escotto.
«Una experiencia bien realizada es siempre positiva» (Gastón Bachelard)
El economista y recién electo presidente de la República Dominicana Luis Rodolfo Abinader Corona es una persona que está enseñando una sorprendente estabilidad emocional y un alto dominio de sí mismo, lo podemos adivinar por las primeras designaciones de sus ministros.
En una isla de corsarios y de políticos aventureros nunca falta alguien que presente una patología a la persecución pretendiendo con ello imitar a Catón, el censor severo y obsesionado que buscaba la reprensión de los pecados, como diría el historiador griego Plutarco.
Otros políticos más apasionados y quizá con una carga de frustración alta, llegan ante la presencia del presidente electo por interpósita persona con la pretensión de animar al nuevo jefe de estado a partir del 16 de agosto, a que comience una cacería de brujas contra funcionarios del Gobierno saliente, una acción como esa si bien podría contar con simpatizantes, también tiene opositores.
Habría que ser muy cuidadoso para embarcase en una tarea de tal naturaleza, pues podría una acción así parecerse a aquel relato que aconteció a fines del siglo XVII en el pobladito de Salem, Massachusetts, en el que tres niñas fueron acusadas y juzgadas falsamente por alegada posesión diabólica.
Por fortuna para el país el licenciado Abinader parece que en medio del proceso electoral del 5 de julio próximo pasado y de la pandemia del coronavirus, enfermedad viral que se ha revertido con rabia sobre la geografía del país, oyó el consejo de su «yo» interior y tomó un curso rápido de templanza de algún personaje de la historia romana, como Marco Curio, llenándose de mesura para nombrar a los ministros que les acompañaran en su Gobierno, incluyendo la ratificación del Gobernador del Banco Central.
Haciendo un poco de historia, los presidentes de los Estados Unidos Ronald Reagan, George W. H. Busch , George W.. Busch (hijo), del Partido Republicado y el expresidente Demócrata Bill Clinton, ninguno de ellos se precipitaron al momento de nombrar sus respectivos gabinetes, sobre todo, al presidente de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal, lo que es en República Dominicana, el Banco Central, decidiéndose una y otra vez, sin titubeos, por el economista de origen judío-rumano, nacido en el Alto Manhattan, quien domina el clarinete y el saxofón, Alan Greenspan.
Otro economista estadounidense que mereció repetidas veces el puesto, como se dice en inglés «Chair of the Fed», fue el economistas graduado de la Universidad de Columbia, William M. Martin, quien permaneció en el cargo desde 1951 al 1970 y fue de los redactores, a petición del abogado y vigésimo octavo presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, de la ley de la reserva federal que estableció el Sistema de la Reserva Federal a partir del 23 de diciembre de 1913.
En esta isla de grandes y pequeños filibusteros políticos, a quienes el sociólogo y médico ítalo argentino José Ingenieros, no hubiese dudado en escribirle un libro que hubiera superado a «El hombre mediocre», siempre aparece quien reproche al mandatario que recurra una y otra vez a la inteligencia y probidad de un economista auténtico como Héctor Valdez Albizu, cuya reciedumbre moral le ha sido reconocida por otro economista más joven, Luis Abinader, a quien el pueblo le ha elevado al cargo más prominente que tiene una nación, el de presidente.
A usted particularmente pueda que no le agrade que el talento y la inteligencia de otro ser humano sea estimada, reconocida y mirada con respeto, ya sea por mezquindad, por celos profesional o por ruindad política, como suele suceder muchas veces en el mundo de los resentidos; El licenciado Valdez Albizu, a quien no conozco personalmente ni con quien he sostenido la más mínima conversación por vía indirecta o directa, es una persona meritoria dentro y fuera del país.
Dijo el escritor, poeta, filósofo y político francés François de la Rocheffoulcaul: “El mundo recompensa antes las apariencias de mérito que al mérito mismo.” Pienso que al confirmar a Valdez Albizu en el cargo de Gobernador el presidente electo quiso modificar la frase de Rocheffoulcaul consciente de que el licenciado Héctor Valdez Albizu en esencia simboliza el mérito mismo, por sus virtudes, esfuerzos, trabajo, aptitud e inteligencia.
No quiero individualizar el caso que ocupa mi atención en este artículo, no obstante, frente a un posible desastre económico y monetario por los efectos externos que podrían sobrevenirle al sistema económico nacional, es preferible un hombre entendido en situaciones de crisis económica mundial. A manera de darle fe a nuestra reflexión, sería conveniente escuchar al economista y filósofo escocés David Hume: «Sin el influjo de la experiencia estaríamos en total ignorancia de toda cuestión de hecho, más allá de lo inmediatamente presente a la memoria y a los sentidos.»
Con esta decisión saludable, el presidente electo Luis Rodolfo Abinader Corona ha sido cauto y no ha querido oír sugerencias que le señalaban nombrar un nuevo gobernador del Banco Central, por lo que amparándose en la locución que expresa: «Es mejor prevenir un mal antes de que ocurra», optó sabiamente por confirmar al Licenciado Héctor Valdez Albizu, permitiendo con esta medida que la nave del Banco continúe su navegación positiva bajo la orientación de un excelente capitán.