Opinión

Abogamos por un año escolar tecnológico, virtual y semipresencial

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Un año escolar semipresencial con un 20 % rotatorio de los estudiantes en aula cada día.

 

Todos hemos expresado que el virus nos cambió la vida, pero lo hacemos con un fariseísmo espasmoso, porque una cosa confesamos con los labios y otra muy distinta es nuestro comportamiento.

“La vida no será jamás igual” es otra expresión, pero seguimos con Juancito el caminador (Johnny Walker).

Con relación a la escuela que es el centro de concentración de mayor permanencia, o sea, en la escuela los muchachos van por cuatro o cinco horas corridas en la privada, pero en la pública, lo hacen por casi ocho en la tanda extendida.

El gobierno entrante ha de tener (si está pensando con la responsabilidad que debe) un verdadero dolor de cabeza.

A todos debe preocuparnos esto, porque la escuela sería un foco permanente de contagio.
Todos tenemos relación con la escuela de una forma u otra y en consecuencia lo que pase en la escuela nos afecta directa o indirectamente a todos.

La escuela siempre ha sido un foco de propagación epidémica; conjuntivitis, sarampión, varicela, viruela y papera en sus tiempos, los famosos piojos en la cabeza de nosotros en nuestra época o de los hijos o los nietos en la actual, lo retrata fielmente. Un solo foco cunde el país en relativo poco tiempo.

¿Qué hacer con la escuela entonces, mientras el Covid no es controlado, domado o erradicado?
Pienso que para que la escuela subsista, debe adaptarse a la nueva realidad y convertirse en semipresencial, combinando lo tradicional con lo moderno, lo análogo con lo digital.

En síntesis, la propuesta es que las aulas no pasen de treinta alumnos a lo sumo cuarenta. Esos estudiantes no estarán juntos en un aula de forma conjunta; si no que se dividirán en cinco grupos de seis u ocho alumnos cada uno.

Al aula iría un grupo por día, o sea, solo seis u ocho personas. A esos seis u ocho se le imparte la clase presencial, mientras que los otros lo recibe de forma virtual y estarán presente y vigilado desde una pantalla que llamaremos aula extendida.

Ese grupo se irá rotando hasta que todos hallan ido un día al aula.

La Duración de la clase del día seria máximo de cuatro horas: Esas horas se dividen en clases de cuarenta y cinco a cincuenta minutos con receso de diez minutos por hora.

Se eliminaría el recreo colectivo y el receso se programa por cursos, a fin de que no todos coincida en los baños o en el patio para tomar sus meriendas. Se concientiza en el distanciamiento o el roce con los compañeros.

Se instalan fuente de alcohol y jabón líquido en cada curso, en las entradas de los centros, en la medida de lo posible se cambiará el sistema de abrir y cerrar las puertas se pasará de manual a automática.

Se implementará sacarse los zapatos que se colocaran en un recibidor especial. Todo antes de entrar al aula o recorrer los pasillos del centro. Esto se harán con sandalias para uso interno.

Las llaves del lavamanos de los baños serán con censores para evitar el re contaminación una vez se laven las manos e igualmente se colocarán secadora de aire caliente en cada baño. En la medida de lo posible los sanitarios o excusados bajaran con censores.

Conozco un colegio en donde no existe el recreo colectivo y los alumnos se adaptan bien a esa modalidad.

En síntesis estoy proponiendo: un aula de no más de seis alumnos por día de un universo de treinta, que la docencia se imparta presencial a esos seis , mientras los demás lo reciben de forma virtual que se automaticen las puertas, llaves de lavamanos e inodoros, se elimine el recreo colectivo, se coloquen desinfectantes abundantes y estratégicamente colocados.

Las dudas en la comprensión de los contenidos se irían aclarando tanto de forma virtual como presencial.

Los gastos o inversiones que hacen los padres en inscripción y libros se harán en equipos como una pantalla de tamaño regular y una memoria de uso para cada estudiante. Los contenidos preferidos estarán disponibles en la red y podrían ser “tipo roblox”.

La presencia en el aula es porque debemos cuidar la socialización que no se consigue a través de una pantalla. Y así los riesgos son mínimos, Los grupos en una semana pueden ser fijos o intercambiados.

Roberto Fulcar estratega y gran armador de estrategia, sabe también de contenidos tecnológicos, de pantalla y de pizarras inteligentes. Quizás él sea la persona más idónea para desempeñar la dirección del Ministerio de Educación en el nuevo gobierno, aunque Josefa Castillo es maestra y dueña de un colegio ícono en el municipio de Boca Chica.

De ellos sé eso, porque hace años acudí a sus presencias en cada uno de sus escenarios en mi afán de dar a conocer la educación de las emociones a través del taller “Gradúalo de Persona” y presentar mi programa a adjunto a Defensor del Pueblo. Que, a propósito, tanto a uno como al otro le reitero que se debe implementar la educación de las emociones en el currículum educativo, ahora más que nunca y en Centro Persona estamos dispuestos a colaborar.

Que Dios nos ilumine a todos.
Hasta la próxima

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