
Por Ignacio GUERRERO.
SANTIAHGO. – La Asociación para el Desarrollo de Santiago, APEDI, estableció ayer que la erosión de los suelos en las montañas, el conuquismo y la ganadería, forman parte del desbordamiento de los ríos cuando se registran aguaceros torrenciales.
Así lo planteó el director ejecutivo de APEDI, Saúl Abreu, quien planteó la necesidad de adoptar programas de urgencia en busca de proteger las fuentes acuíferas y a la población afectada por las inundaciones.
Conforme al ejecutivo de la institución, la crecida ayer del río Yaque del Norte, arroyos y cañadas en Manabao, Jarabacoa, y en localidades de Montecristi, lo que provocó la anegación de varias zonas, continuará sucediendo si no se corrigen los problemas citados.
Abreu ofreció sus declaraciones al participar en la entrevista “Café 55” de “Diario 55” que se difunde por “SuperTv55”, espacio que aprovechó para sugerir la intervención de las áreas críticas, con el propósito de evitar las inundaciones de los pueblos, daños a la agricultura y pérdidas humanas.
“La perturbación producida por el establecimiento de conucos tradicionales para el cultivo de Tayota y otros rubros y la ganadería en Manabao y otras localidades de las cuencas montañosas del rio Yaque del Norte han provocado las crecidas que causaron daños en Jarabacoa y comunidades aledañas”, precisó.
“Para evitar los problemas de erosión del suelo por deforestación en las zonas montañas de las cordilleras del país, se debe educar a la población y establecer la cultura de la protección de un medio ambiente sano”, puntualizó.
De acuerdo a Saúl Abrey, las Cuencas Hidrográficas del país están devastadas, en su mayoría acarreando graves consecuencias, debido a la anegación de poblados que generan muertes de personas, averías en el sistema energético, destrucción de acueductos y cuantiosas pérdidas en la producción agropecuaria.
“El tema medioambiental, a*-planteó- debe ser abordado con mayor compromiso generacional, con un manejo fundamentado en los principios de la sostenibilidad de las cuencas, la estricta protección de las zonas de captación de agua y las nacientes de los ríos”.
“La falta de manejo apropiado y controles efectivos de las cuencas desnudan por completo esta situación y pone aún más en evidencia la rampante degradación a la que han sido sometidas en los últimos tiempos las zonas boscosas del país, disminuyendo así sustancialmente la capacidad de respuesta ecológica, ambiental, hídrica, socio-económica y poniendo en peligro crítico la provisión de agua, tanto para el consumo humano directo, como para el uso en la producción agrícola, pecuaria, industrial y para la generación de energía”, precisó Abreu.


