Por: . Rafael A. Escotto.
El auténtico liderazgo se muestra cuando surgen las dificultades, siendo sencillo dirigir sin que exista ningún problema real. (Publilio Siro)
Joaquin Balaguer fue un líder de líderes politicos Latinoamericanos que tuvo que confrontar una serie de agresiomes de sus más tenaces opositores en una época en que la oposición no estaba formadas de mediocres ni de individuos sin idiologias carentes de valor. Solo Fidel Castro recibió tantos acosamientos tratando sus contrarios políticos de terminar con su vida y con su recia personalidad, cuya facundia fue tan genial que su sola presencia en los púlpitos políticos universales hacian que sus adversarios o le amaran o le odiaran.
Tanto el genio oratorial de Balaguer y de Castro pudieron haberlo llevado a ser nombrados los Sacerdotes de Jupiter como sucedió con Julio César, el máximo emperador de Roma por cuanto lo consideraban un dictador que lo regresaría a la monarquia.
Un sabotaje cometido desde afuera o sabrás Dios desde dónde contra la Junta Central Electoral por unos partidos de extrema derecha y moderados meclados con la cimarronada de una izquierda fracasada, con la cabeza llena de grandes resentimientos políticos y sociales y con los desafíos de una clase media arrogante y presumida, Joaquin Balaguer hubiese actuado diferente frente al intento de derrocar su Gobierno con alardeos políticos que son como los vientos que no tumban palmas, más bien son sus espigas que hacen cosquillas al viento, como diria el escritor español Ramón Gómez de la Serna.
El discurso de Balaguer al país frente al intento de perturbación de la paz hubisese soliviantado de Norte a Sur, de Este a Oeste, los espiritus más despreopados de la nación y hoy las protestas y los cacerolazos hubiesen desaparecio con igual rapidez que surgieron. Pero estos tiempos parecen que son de los hombres intracendentes, sin prestancias, temerosos de una oligarquia económica atropellante y de una clase politica anodina.
Me atreví a sugerírle al presidente Danilo Medina en un trabajo que publqué en la prensa nacional e inrernacional tres dias antes de su disertación que su discurso a la nación debia tener la contundencia de un vendabal que estremeciera la pedantería política y barriera con las pretenciones de quienes históricamente se han burlado de la candidez de un pueblo que parece haber perdido su capacidad de diferenciar quiénes son sus verdaderos verdugos en esta encrucijada electoral tan espectacular donde confluyen grandes inferioridades humanas, de iras nacidas del temor y de un sentimiento de debilidad que impresiona.
No obstante, el discurso del presidente Medina fue diseñado ajustado a la personalidad del jefe de Estado y surtió el efecto que exigian las circunstancias del momento. La naturaleza de Balaguer y de Castro, dos hombres de expresiones intensas, de verbo extraordinario y cautivante, cuyas figuras se agigantaban sobre las tempestades más aterradoras.
Joaquín Balaguer sabía que los pueblos necesitan que sus líderes saquen la prosapia y que con sus palabras mantengan la esperanza e impartan la calma durante la tempestad. El mandatario reformista siempre estuvo atento que sus discursos le aseguraran un lugar en la historia. Lo mismo garantizó Sócrates en su Apología ante el tribunal ateniense que lo acusaba de despreciar a los dioses del Estado.
Luego de su disertación al país hubiese sido necesario habilitar el Salón de Las Cariatídes en el Palacio Nacional para recibir algún grupo de empresarios y generadores eléctricos, a dueños de medios de comunicación escritos y televisivos, rogándole al presidente Balaguer que excusara sus osadias de apoyar las protestas y, sobre todo, intentar un golpe de Estado electoral contra su Gobierno legítimamente elegido.
El exjefe de Estado conocia cuáles eran las zonas frágiles por las que debia atacar a los empresarios dominicanos y extranjeros que los hacias excretar y en su discurso ponia el énfasis intencionalmente sobre las frases apropiadas, pero esas clases de inrtimidaciones solo era capaz de hacerlo Joaquín Balaguer quien le hacia concesiones y le otorgaba ciertos privilegios para usarlos en el momento que dieran un traspié en su contra.
Los líderes no deben dejarse intimidar por los bramidos de las fieras ocultas en la maleza de los partidos políticos de oposición. Hoy vemos una manada de fieras disfrazadas con el ropaje de la sociedad civil lanzada en la espesura de las calles ciudadanas en busca de su presa más codiciada: la presidencia de la República, la que no han sabido ganar con su propia imaginación y recurren a la marrullería procaz instigando las masas no redimidas de su cruel sino.
Cuando por unos instantes observo a los aspirantes a dirigir los destinos de la nación dominicana, me llega una frase del abogado estadounidense y miembro destacado de La Unión Americana de Libertades Civiles, Clarence Seward Darrow: «Cuando yo era chico me decían que cualquiera podía llegar a presidente de la nación. Estoy empezando a creerlo.»
La comprensión de estas mediocridades políticas que pretenden amotinarse y protestar en las calles del país me conducen a una reflexión del escritor griego y gran fabulista, Esopo: «Los Estados que abandonan fácilmente a sus jefes no se dan cuenta que en seguida acaban sometidos por sus enemigos.»