Por: Diomandy Castillo
Cuántas veces has tenido que evaluarte para aprobar un curso, para obtener un empleo nuevo o entrar a un concurso? ¿Te has percatado en que, a medida que avanza el proceso, son menos los que logran seguir avanzando en la carrera hacia la meta? Durante el tiempo de prueba muchos se detienen a observar, otros simplemente se dedican a quejarse de lo que no les hace sentido, mientras que otros se cuestionan cosas, tales como: ¿por qué a mí? ¿Hasta cuándo? Es normal sentir un poco de ansiedad por lo desconocido. Los procesos nuevos siempre traen un poco de incertidumbre y en ocasiones, el factor sorpresa no se hace esperar.
En la vida lo único constante es el cambio. Muchas veces una prueba, una adversidad o un cambio de estado de situación, nos sirve de impulso para generar un cambio importante, perdurable. Si yo cambio, todo cambia. La apertura con la que recibo los cambios crean del cambio en mí una fuente de oportunidades camuflajeadas en el proceso trasformador. El periodo probatorio nos permite agotar un proceso de conocimiento único. Representa una fase de exploración y aceptación de las nuevas cosas que vamos encontrando y recibiendo.
Un ser constante logra paso a paso los objetivos, rediseña la ruta o la estrategia más no cambia el objetivo. Es por esto que los grandes líderes de la era moderna hacen tanta referencia a la transformación. La transformación o trasmutación hace referencia a cambios profundos, cambio de estado, modificación de aspecto. Una verdadera metamorfosis desde adentro hacia afuera. Tal cual es variable el físico del ser humano acorde al avance de su edad, así mismo se van dando cambios en la manera de pensar y ver las cosas y en la forma de desempeñar un rol determinado.
En la medida en la que avanzamos en nuestro proceso de transformación vamos descubriendo a nuestro ser auténtico, con talentos que, de no haberse presentado el hecho generador del cambio, habrían permanecido dormidos. Es por esto que abrazo cada cambio de ruta o pensamiento. Para mí el cambio es verdaderamente una fuente de crecimiento y de robustecimiento toda vez que me regala nuevas oportunidades para reinventarme.
Te invito a celebrar los hechos que te llevaron a moverte, a abrazar las iniciativas de cambio en tu vida como una posibilidad de exploración hacia nuevos horizontes. Recibe siempre positivamente todo aquello que te ofrece un nuevo despertar.