Por Luis Córdova.
En español se prefiere la forma “clictivismo”, mejor que clicktivismo, según la recomendación de Fundéu, entidad asesorada por la Real Academia Española, refiriendo que es una alternativa preferible al anglicismo clicktivism, frecuente en el lenguaje del activismo social.
Se trata del activismo que se realiza desde un clic, es decir el sumarse a causas sociales o políticas desde las plataformas de redes sociales, páginas de petición de firmas o sumarse a protestas dirigidas o espontáneas.
El clictivismo surgió en 1997 con la creación en Estados Unidos de la página web MoveOn.org, que proporcionó a los ciudadanos norteamericanos una vía para apoyar y participar campañas progresistas en el país.
Desde ese momento hasta ahora una masa enorme de respaldos se ha producido y es indudable que aporta un espacio para expresión social. Quienes detractan esta vía le denominan en inglés como “slacktivism” para definir una suerte de participación desde el sofá, un “activismo de sillón”.
Pero el asunto va más lejos el clictivismo es estudiado como una posibilidad en crecimiento, el activismo 2.0, en el que ciudadanos se han consciente y se identifican con propuestas que desbordan incluso su realidad circundante. En ese sentido un estudio de la Universidad de Georgetown revela que aquellas personas que participan del activismo ‘online’ intervienen de igual forma en protestas y manifestaciones en las calles.
El impulso de reivindicaciones, la formulación de conceptos y “debatir”, cimenta las bases de un redireccionamiento del activismo político que ya está en marcha en gran parte del mundo.
Un simple vistazo a los actores políticos en sus redes nos señalan existe poca conciencia sobre el uso efectivo de las redes. Quienes “usan” estas vías en la generalidad de los casos lo hacen de manera unidireccional: solo para publicar. De ahí que el “impacto”, o lo que suele complacer a sus equipos es la cantidad de retuiteos o “me gusta” de una publicación.
El abuso en el empleo de cuentas o perfiles falsos hace risible la cantidad de “seguidores” que exhiben algunas cuentas, más que validar el liderazgo hacen que se cuestione incluso la sinceridad de sus planteamientos.
La indiscriminada generación de “tendencias”, como promoción electoral, contamina el clima de las redes. Estos efectos llevan a que los dominicanos, con medios en los que se está llamado a ser sinceros, se involucren en discusiones y denuncias de este “falso clima” que proporcionan los políticos en las redes.
En medio de un escenario como este se crean las condiciones para que, desde la indignación o la reafirmación, a la criolla y en nuestro lenguaje vayamos construyendo un clictivismo de conciencia ciudadana.