Por Darío Nin.
Desde hace un tiempo me ha llamado la atención un fenómeno en el comportamiento humano, que me ha motivado a profunda reflexión.
Por ejemplo, como psicólogo he observado que las personas que han recibido abuso terminan siendo abusadores. A esto lo he llamado “Complejo del Cédete” ¿por qué lo llamo así?
En la academia para formación militar, sucede que quien entra al primer año, recibe todo tipo de vejámenes y malos tratos, casi tortura por ser benévolo en mi apreciación. Pero lo más significativo es, que quien recibe ese trato sabe que en la mayoría de las veces se está cometiendo con él una injusticia. Él no ha hecho nada para merecer ese trato, por lo menos no en la magnitud que se le ha impuesto.
Los que logran sobrevivir, pasaran a segundo año, y ya en esa posición tienen bajo sí, a alguien inocente con quien vengarse de lo que le hicieron o de todo lo que le continúen haciendo “sus superiores compañeros”.
Pero, cuál es la situación. Bueno… la lógica ha de indicarnos que, si una persona sabe, que los tratos que recibió o recibe fueron o son más que una injusticia, que fueron crueles y degradantes; ¿por qué razón, en vez de corregirlos, los repite con “desgraciados” que ahora ocupan el lugar que ella tuvo?
“Es que es parte del sistema y la formación. Eso lo vivimos todos y es necesario para reforzar el carácter”. Algo así sería la respuesta que más de uno de los que traspasaron la prueba y la formación dirían.
Eso lo puedo comprender, pero me pregunto una vez más: Por qué no ceñirse a la regla, a lo que está escrito, al código de ética y al más absoluto respeto a la dignidad humana, por qué no hacer lo que debe ser y no trascender con saña muchas veces y por mucho, esos límites.
Yo deduzco que la respuesta está, más que en el sistema de formación, en el sabor agridulce que da el sentirse superior y con poder sobre el otro, lo que infla el ego humano.
En relación con los médicos, un profesional recién salido de un centro de altos estudios no podrá tener experiencia, pero se ha ganado el respeto de ser un profesional, que se ha pasado seis o más años en una universidad. Sin embargo, en la residencia médica no toman eso en cuenta y lo tratan como “un muchacho de mandado” al cual hay que doblegar el espíritu en nombre de la formación profesional, con un método de mando y obediencia más riguroso que el empleado en una academia militar.
Los de afuera no lo entendemos, y cuando me refiero a los de afuera estoy incluyendo en ese conjunto a los que nunca hemos pasado por allí. Los que, si pasaron y ahora están afuera, lo comprenden y lo justifican.
Aclaro que, aunque esto sucede en la formación médica de la República Dominicana, siendo más rigurosa en un hospital docente que en otro. No es exclusivo de este país. Con esto tampoco lo justifico.
En fecha 30 de marzo del 2019, el periódico Listín Diario, produjo un editorial que tituló “Un trato inhumano y humillante” y en su primer párrafo exige que “Debe cesar ya, sin más rodeos, el injusto sistema de trato que reciben los médicos residentes en los hospitales públicos, sometidos a rigores francamente inhumanos”.
Dado esto y otras investigaciones que periodísticamente se divulgaron, se produjo una reacción de las autoridades del Ministerio de Salud Pública, de la UASD y el Colegio Médico Dominicano, que produjeron una investigación cuyos resultados no han sido dados a conocer.
Soy de opinión que, si se llega a los extremos denunciados, el Defensor del Pueblo también debe hacer acto de presencia, pues se trata de una violación a los derechos humanos y consecuentemente a dignidad misma.
Una escuela, es una escuela y tiene sus métodos que ya han sido probados y depurados que hay que respetar si queremos una formación recia, sólida en nuestros profesionales, pero lo que sea extra, la saña, los abusos y los extremos malos tratos, deben tener un régimen de consecuencia para el que abusa por el “poder” que detenta.
Como ya adelanté en párrafos anteriores, la situación no es exclusiva de la República Dominicana, por ejemplo, en el periódico Perfil de Argentina se recoge en un articulo publicado para el 2013 lo siguiente: “Hambre, sueño, trabajo mal pago y desplazamiento de la vida social: escenarios cotidianos en la vida de un residente de Medicina que empalidecen, sin embargo, ante un cuadro aun peor, que incluye recetar mal un antibiótico por agotamiento o cabecear mientras se asiste en una operación en el quirófano”. (Fuente www.perfil.com).
Continuando con la misma fuente y le recuerdo que estamos hablando de la residencia medica en Buenos Aires o Argentina, resulta interesante lo siguiente: “El reglamento de las residencias de Buenos Aires indica que los días laborales son de lunes a viernes de 8 a 17 y los sábados de 8 a 12 (sin contar los días de guardia); pero estos horarios no se respetan, sobre todo los primeros meses. Por otro lado, si bien existen marcos reglamentarios para moderar las condiciones de trabajo, en general éstos tampoco son aplicados. Por ejemplo, los residentes deben contar con un día de descanso después de cada guardia, pero este es un lujo con el que no se cuenta en casi ningún hospital; lo alarmante es que, además de privar a los médicos de la cantidad de horas de sueño básicas que necesitan, la ART no cubre el seguro de ningún accidente –que puede incluir desde el pinchazo de una aguja hasta un choque de ambulancia– si el médico está trabajando cuando debería estar en su casa”.
Situación similar ocurre en otras residencias u otros países, solo hay que digitar en Google maltrato en residencias medicas y el buscador te trae decenas de noticia.
En fin, la residencia debe continuar rigurosa si se quiere, pero hay que limpiarla de violación de derechos fundamentales y abusos innecesarios que atentan contra la dignidad humana. Debe cesar en la formación de estos profesionales “el complejo del cadete”, romper la cadena de odios y malos tratos que pudiere asimilarse más tarde, pero mientras tanto, pudiere estar en peligro la salud y hasta la vida de los residentes y de los pacientes que son atendidos por médicos sometidos a esa condición. El sentido común nos indica que hay que poner coto a esto, más que por sanción, por concienciación, antes que haya casos que lamentar si es que ya, no los ha habido.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 3 será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. 4 No así los malos, Que son como el tamo que arrebata el viento. 5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos. 6 Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá”. Meditemos. Hasta la próxima.
Darío Nin