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Cotejo de dos administraciones corruptas

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Por Máximo Sánchez.

 

Ojalá, quienes tengan la amabilidad de leer estos razonamientos, sus pasiones no los induzcan acudir a los insultos barriales de vecinas conflictivas, de aquellas, que los hijos les dicen, “mamá dile P… antes que te digan”.

 

Las últimas dos administraciones gubernamentales de la República Dominicana, han dejado amargos desengaños en el tejido social y político del país; tanto el gobierno del expresidente Danilo Medina, como el actual, de Luis Abinader, de una forma u otra, han tenido que desfilar por las salas de justicia.

 

Las prácticas globalistas mundiales, han encaminado una embestida contra los liderazgos políticos fácticos que, basados en una conducción del Estado con el propósito lógico del poder, que no puede ser otro que, el avance y el progreso de los pueblos, se erigen como políticos profesionales; esas fueron las fuerzas que, bajo el globalismo auspiciado por Participación Ciudadana, acompañaron la victoria de Luis Abinader en el 2020.

 

El descrédito de la política, les da ventaja a los sectores empresariales, cuyos representantes no tienen las luces intelectuales, ni los arraigos sociales que necesita un dirigente para conducir un país; pero con las desilusiones electorales constantes sufridas por las masas, ellos logran colar la idea de que en sus manos el patrimonio público estará seguro: “no robarán porque todos son ricos, y no necesitan”.

 

La Justicia puede ser independiente, cuando no le precede un discurso político desde el Palacio que, auspicie la persecución de los contrarios. En el caso de persecución de la corrupción del gobierno del expresidente Danilo Medina, resultó que, buscando pruebas contra Jean Alain Rodríguez, se encontraron falencias del nuevo Ministro de la Presidencia, Lic. Lisandro Macarrulla.

 

El caso Macarrulla, para nosotros los ordinarios mortales, nunca se aclaró, pero su conflicto con la Procuraduría General y la construcción de la cárcel de Las Parras, le llevó a renunciar del Ministerio de la Presidencia.

 

La verdad es que, la corrupción de la administración del expresidente Medina, y la del actual presidente Luis Abinader, aparentemente tienen vasos comunicantes; y lo decimos, no solo por los indicios de Las Parras, sino por un caso deslumbrante, como lo es el “Calamar”.

 

En este expediente, en que el Sr. Ramón Emilio Jiménez Collie (Mimilo) se acoge a la figura de la delación premiada, y a la devolución de bienes que, le ofrece el Ministerio Público, aparece el legislador Sergio (Gory) Moya del PRM, como el jefe de recolección de fondos, impuestos ilegales a bancas de apuestas; según lo describe una crónica del Listín Diario del 15 de mayo del 2024.

 

Mimilo Jiménez sigue en su vida pública de príncipe, después de haber delatado a sus cómplices, y entregado al Ministerio Público una migaja de sus beneficios como armador y director de una banda de delincuentes. Las pruebas y conexiones entre vinculados, los fiscales pudieron obtenerlas siguiendo el hilo del dinero, pero, no…así no, favorecieron al principal implicado.

 

El caso SENASA, es el escándalo del momento; esto quiere decir que los escándalos de corrupción en lo adelante, se sucederán unos a otros; esto ha sido una constante en los gobiernos del nicho político social que abunda en el PRM-PRD; cada vez que uno de sus gobiernos se acerca a su fin, el carro sin freno de la corrupción, se disloca y no hay quien lo pare.

 

El gobierno de Luis Abinader terminará tan empantanado en la corrupción que, si la ilusión del expresidente Medina de salir a la calle, luego de terminar su mandato, y que sus conciudadanos lo mirasen con respeto y estimación, se esfumó con la ambición de sus familiares y allegados; el futuro del presidente Abinader se ve, mucho más oscuro.

 

Ningún ser humano debe desdeñar las experiencias pasadas; a dos años y medio para terminar su mandato, el presidente Abinader debe mirar hacia atrás, al bien recordado don Antonio Guzmán que murió suicidado en el Palacio Nacional.

 

Al Dr. Salvador Jorge Blanco que, terminó con una condena de 20 años de prisión, y al expresidente Hipólito Mejía que, dejó el país en una de sus más profundas crisis, a tal punto que, a ese conglomerado político, le llevó 16 años encontrar una coyuntura político electoral para volver al poder.

 

Al día de hoy, cualquiera no quiere calzar los zapatos del presidente Luis Abinader; ojalá reciba una luz divina, para que no permita que, La Nación se hunda más en narcotráfico y corrupción.

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