Sólo a Vicente Bengoa, figura clave del equipo económico de los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, le han atracado dos hijos en hechos separados ocurridos en la capital.
El ejemplo está basado en el hecho de que una amplia franja de la población dominicana supone que personalidades influyentes tienen mayor protección que el ciudadano común, éste último desprotegido y sin saber a quien acudir por no confiar en la Policía Nacional, institución responsable de garantizar la paz y el orden.
Ya la delincuencia no tiene nivel económico, politico ni social. El delincuente no pregunta a su presa si es rico o pobre, pero tampoco se preocupa por saber si pertece algún partido o movimiento de la sociedad civil.
Nadie quiere verse con un arma apuntándole la cabeza por el solo hecho de ser dueño de un motor, de un celular, o por llevar en su bolsillo una cantidad indeterminada de dinero. Sin embargo esa es la realidad que nos ha tocado vivir.
Ante el auge de la inseguridad tanto el ciudadano común como el ciudadano de incidencia política, económica o social está expuesto a que lo asalten a cualquier hora de la mañana, de la tarde o de la noche, siendo dichoso si sale con vida del percance.
El ambiente es de incertidumbre en arterias comerciales, urbanizaciones, barrios, centros de estudios, lugares de diversión y de trabajo, ya que los delincuentes les ganaron la batalla a las autoridades.
La mayoría de los atracadores no pasan de 20 años de edad, lo que demuestra que nacieron y se hicieron profesionales del crimen en los gobiernos peledeistas y por consiguiente son los hijos del PLD.
Bajo ninguna circunstancia se puede justificar un atraco, aunque el mismo sea a un funcionario o a un pariente suyo, pero ese es el modelo de sociedad creada por el Partido de la Liberación Dominicana, cuyas autoridades han hecho caso omiso a la propuesta de reducir el desempleo, mejorar la calidad de la educación y darle seguimiento a los dominicanos deportados por Estados Unidos y otras naciones.
Por Andrés Bonilla.
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