Por: Lic. Yenifer Gil
“Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro”
Salmo 91:4
Cuando de hablar de las madres se trata, las palabras fluyen solas y los sentimientos más profundos se elevan. La verdad, es que para mí es un gran honor, tener la oportunidad de expresarme en unas cuantas líneas sobre el ser más sublime que hay en la tierra: Mamá.
Aún no he tenido el privilegio de ser Madre, sin embargo, los tantos actos de amor que he visto de tantas madres luchadoras han despertado en mí ese instinto maternal, ese gran deseo de esperar con ansias ese momento en que pueda serlo.¿Y, cómo no sentirlo? si el amor más intenso, más puro, más fiel, lo percibimos y recibimos de esas mujeres que han estado dispuestas a entregar sus vidas por dar vida a un nuevo ser.
Para nadie es un secreto lo que implica ser madre, y más aún cuando se tiene ese sentido de responsabilidad y compromiso que significa tener que dejar muchas cosas atrás para iniciar una nueva vida que conllevará tristezas y alegrías, risas y llantos, momentos de entusiasmo y otros de decepción; pero sobretodo, que exigirá mucho coraje y fuerza de voluntad para enfrentar las dificultades que se presenten a lo largo del camino, el cual va desde la concepción hasta la muerte de los hijos y más allá, porque para las madres esa conexión, ese vínculo, nunca termina.
A todas estas luchas, encontramos el mejor ejemplo en María, nuestra madre y madre de Jesucristo, quien de manera inmaculada fue la elegida por Dios para llevar esa difícil misión y sin saber lo que le esperaba humildemente dijo que Sí, y ahí estuvo hasta el final, acompañando, guiando, protegiendo y hasta reprochando en algunos casos a su hijo amado. ¡Qué gran modelo de fortaleza, de humildad, de entrega, de compromiso, de mujer virtuosa, nos dejó nuestra madre!
Debo señalar, para finalizar, que un día, un mes, un año, no es suficiente para agradecer a Dios por nuestras madres, ni mucho menos para agradarla, pues la vida es corta para las muestras de cariño, cuidados, respeto y abnegación que debemos expresarles a esos ángeles que con virtudes y defectos, nos lo dan todo y hacen de lo imposible, posible a cambio de que a sus hijos no les falte nada. Hoy les digo a las madres, gracias por sentir aunque no padezcan nuestros problemas, gracias por hacer de nuestras heridas, alegrías y emociones las suyas, pero por encima de todo, gracias por estar ahí, pues sin ustedes la existencia no tendría sentido.